Miedo a la libertad

Miedo a la libertad

La libertad está intrínsecamente vinculada a la responsabilidad social, al ejercicio ciudadano y al desarrollo humano. Sin libertad no hay práctica ciudadana posible.

La práctica ciudadana en nuestra sociedad es muy débil, casi inexistente, nuestra población no tiene conciencia de sus derechos ni de su responsabilidad social. Esta responsabilidad social no se ha forjado por la aniquilación de su eje principal, la libertad. Cada persona se socializa en el miedo y la represión en la familia, la escuela, el vecindario y en la vida social. No hay espacios de diálogo ni ejercicio de derechos.

El miedo permea la cotidianidad. Las normas y reglas de convivencia no se cumplen, la gente tiene miedo y no asume su responsabilidad. Solo se cumplen normas ante la presencia de un vigilante o con ejercicio de violencia. Así se inhibe el ejercicio ciudadano.

La socialización de niños/as y jóvenes se basa en prohibiciones y castigos que impide el desarrollo del sentido  de responsabilidad sobre su cuerpo, su conducta y su vida.

“El otro” en nuestra sociedad no existe, se entiende que todos/as tenemos que comportarnos y vestirnos igual. Además de sostener las mismas creencias religiosas y opciones sexuales. Esa actitud genera irrespeto al “otro”, lo invisibiliza. La ausencia de respeto se agudiza con el incremento del conservadurismo presente que debilita nuestra  supuesta “democracia”.

¿Por qué el miedo a la libertad?

El miedo a la libertad está vinculado al ejercicio de poder. El ejercicio de poder en nuestra sociedad se ha mantenido en base al modelo vertical y autoritario donde cualquier expresión de divergencia o controversia se considera un atentado contra el orden y la autoridad. De ahí que no se respeta el derecho a la protesta. 

La construcción de una propuesta de reforma constitucional como la que sometió el presidente Leonel Fernández a la asamblea legislativa así lo muestra. Esta propuesta es esencialmente conservadora y genera un gran retroceso en nuestra sociedad, con la negación y aniquilamiento de la libertad.

La reforma niega: la libertad de decisión de las mujeres sobre su cuerpo y salud sexual-reproductiva;  los derechos de los diferentes tipos de familias (dirigidas por mujeres solas, hombres solos, abuelas/os y/o tíos/as); las posibilidades de legalización de los matrimonios de homosexuales (matrimonios de hecho que existen y han existido siempre pero sin acceso a derechos) entre otros…

Todas estas prohibiciones y exclusiones en la práctica social solo fortalecen la clandestinidad, la violencia y la desigualdad.  La población debe asumir  sentido de responsabilidad y ejercicio ciudadano frente a la sociedad, para ello debemos romper con el miedo a la libertad.

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