Miedo a naufragio de cruceros crea polémica en Venecia

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VENECIA. AFP. Un año después de la tragedia del «Costa Concordia», la perspectiva de una catástrofe del mismo tipo preocupa en Venecia, donde gigantescos barcos de crucero circulan tranquilamente desde hace años frente a la Plaza San Marcos.

Existe una fuerte controversia entre los defensores del patrimonio de la Serenísima, preocupados por el impacto de esos barcos en el medio ambiente, y los partidarios de esos gigantes de los mares, que representan un importante aporte a la economía de una ciudad que vive fundamentalmente del turismo.

«En Venecia, es imposible que haya otro ‘Concordia'», declara con tono perentorio a la AFP Massimo Bernardo, presidente del Comité Cruise Venice. «Una ordenanza de la capitanía de Venecia impone la presencia de dos pilotos a bordo y de dos remolcadores además del comandante.

Por lo tanto, para que se produjera un accidente sería necesario que todos se volvieran locos de repente», bromea. Sin embargo, es inquietante ver pasar esos navíos altos como edificios a pocos metros de lugares excepcionales como la Plaza San Marco o la Punta de la Aduana.

Según cifras comunicadas a la AFP por el European Cruise Council (ECC), el sector de los cruceros contribuyó en 2011 con unos 536 millones de euros a la economía de la Serenísima, donde emplea a cinco mil 470 personas.

Siempre según el ECC, los cruceros representan 20% del turismo local, mientras que Venecia, cuya población se ha reducido con el paso de los años a unos 58 mil habitantes, recibe a más de 20 millones de turistas por año.

«Es evidente que esos recursos, en un período difícil en el mercado laboral, son cada vez más fundamentales», destacó ante su gran oficina Roberto Perocchio, director general de la Terminal de Pasajeros de Cruceros de Venecia.

«Es muy importante para mantener vivo el tejido económico y social de la ciudad», agregó. A menudo se escuchan críticas de que Venecia se ha convertido en una ciudad-museo cuyos habitantes deben emigrar debido a la falta de trabajo.

Cristiano Gasparetto, un arquitecto veneciano de pura cepa y miembro activo de la asociación de defensa del patrimonio Italia Nostra, no se ha dejado convencer por esos argumentos.

«Un barco de ese tamaño desplaza enormes cantidades de agua bajo la superficie del agua, aunque avance lentamente.

Esto obliga a hacer y rehacer permanentemente las riveras de los muelles», se indignó el arquitecto, destacando el costo de esta presencia para las finanzas locales.

Además de «la destrucción de las riveras y de los cimientos de los edificios», Gasparetto denuncia también «la contaminación atmosférica, ya que un barco que permanece anclado inmóvil un día equivale a una contaminación de 15 mil 500 automóviles», sin olvidar «las ondas electromagnéticas de sus radares».

«Los buques de crucero no son estéticos, contaminan y destruyen el ecosistema de la laguna», resumió.

«Según los especialistas, dentro de unos cinco o seis años la laguna se convertirá en un brazo de mar, un ecosistema que estará completamente modificado y será incapaz de autolimpiarse, como sucede actualmente», se lamentó Gasparetto. Esta polémica local no deja indiferentes a los extranjeros.

En octubre pasado, personalidades internacionales del mundo de la cultura, entre los cuales se encontraban el escritor turco Orhan Pamuk y el artista estadounidense Bill Viola, enviaron una petición al gobierno italiano pidiendo la restricción del acceso de los barcos de crucero a la laguna de Venecia.

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