Miedosos y depresivos

Miedosos y depresivos

Al decir del ciudadano presidente de la República, Hipólito Mejía, ser miedoso y depresivo, caracteriza a las y los dominicanos, caracterización que a su juicio dio fuerza a los rumores de un alegado plan para desconocer los resultados de las elecciones del domingo día 16 de mayo.

Que una parte de la población estuviera asustada, considera el jefe del Estado, primó para que las versiones de un golpe electoral y los rumores de robo de urnas y asaltos a mesas, calaran en una ciudadanía que, ansiosa, esperaba el inicio de los boletines de la Junta Central Electoral para saber de las votaciones de ese día.

«Porque aquí hay gente que se asusta de todo», «Este es un país de gente depresiva y corredores, y obviamente expertos en lanzar cosas al aire vía radio bemba. Todo eso era falso», afirmó el presidente Mejía a quien le agrada el sobrenombre de «Guapo de Gurabo» al tratar de salirse al frente a las versiones del domingo en la noche y a la actitud que la Comisión de Seguimiento y la de la delegación de la Organización de Estados Americanos, quienes mediante Monseñor Agripino Núñez Collado y el Secretario General Adjunto de la OEA, Luigi Eunadi, reclamaban acatar los resultados con respecto, tolerancia y humildad.

Pero más aun el mandatario dijo que el mediador Núñez Collado «se dejó llevar del chisme» cuando de manera responsable habló al país recordando épocas pasadas.

Además de baboso, disparatoso y otros tantos despectivos recurridos por el derrotado candidato reeleccionista en su período de gobierno nos bautiza ahora con los calificativos que encabezan esta colaboración, confirmando así el comportamiento desafiante y el hablar desmedido con que se caracterizó.

Tantas personas no pueden estar equivocadas señor presidente, se intentó y no pudieron. Muchos de los suyos apegados al poder, trataron violentar la voluntad ya expresada en las urnas y salieron trasquilados.

Con anterioridad a la celebración de los comicios, sectores locales y del exterior advirtieron sobre la posibilidad de que el proceso se empañara por presuntas maniobras fraudulentas montadas desde las esferas oficiales. Sobre el particular llegó a pronunciarse el congresista norteamericano Bob Menéndez en una carta enviada al secretario de Estado Colin Powell, al igual que la misión de la OEA y la propia Comisión de Seguimiento.

A prima noche del domingo 16 esas aprehensiones quedaron confirmadas. En una crónica de Periódico Hoy publicada al día siguiente de las votaciones encontramos una gama diversa de estos hechos: «En el Centro de Estudio La Isabelita, en Santo Domingo Este, vecinos denunciaron que un grupo de hombres armados con uzis y pistolas intentó llevarse una urna», «En el sector Sabana Perdida, del municipio Santo Domingo Norte, seguidores del presidente Hipólito Mejía rodearon la escuela Emma Balaguer en una actitud «provocadora» y desafiaban a los delegados opositores», «Entretanto, en la escuela Chile, en el sector San Carlos, suspendieron el proceso de votaciones por más de una hora debido un incidente protagonizado por miembros del PRD quienes sacaron varias pistolas». La historia firmada por el redactor German Marte presenta otros intentos de robo de urnas, retención de las mismas y amenazas a la oposición.

El propio Monseñor Agripino Núñez Collado ratificó en entrevista que concedió a la televisión posterior a las elecciones, que ciertamente hubo un taponamiento extraño en las tres principales Juntas Electorales el día de las elecciones, lo que confirma lo tratado, pero que para Don Hipólito Mejía no son más que expresiones de miedo y de un estado depresivo colectivo.

En realidad conociendo las cifras de su derrota, y con la actitud activa de los grupos de observadores presentes en la Junta Central Electoral para denunciar planes perversos que sabotearían el proceso en su parte final, exigiendo respeto a los resultados que ya se conocían en los centros de cómputos y en las encuestas a boca de urnas, el aspirante a repetir en el carguito no tuvo más remedio que dirigirse informalmente al país para anunciar que Leonel había ganado, reconociendo su victoria y felicitándolo.

Con tantos ejemplos en la historia de nuestro país, entendemos que el pueblo merece mejores calificativos. Quítele algo, señor Presidente.

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