CARACAS. Milagros de Astudillo se despertó temprano ante los gritos y la bulla que se escuchaba en su casa de un barrio de la capital venezolana.
Después de otra noche de protestas antigubernamentales y de violenta represión, esta abuela de 66 años tuvo un mal presentimiento.
“Pensé que la cosa estaba peor”, relató de Astudillo. “Pero no, eran mis hijos y nietos que celebraban que la Vinotinto se metió en la final”.
Como tanta gente en esta nación acongojada por la agitación política, social y económica, la familia de Astudillo festejó en grande la clasificación de Venezuela a su primera final de una copa mundial de fútbol al derrotar a Uruguay por penales en las semifinales del sub20 de Corea del Sur.
Venezuela enfrentará a Inglaterra en la final, en un duelo entre dos naciones con niveles muy dispares. Mientras que 17 de los 21 jugadores de Inglaterra pertenecen a clubes de la Liga Premier inglesa y tienen acceso a las mejores instalaciones en la liga más rica del mundo, 17 futbolistas venezolanos militan en clubes locales con muy pocos medios, que, al igual que el resto del país, han sido afectados por una escasez de productos generalizada, una inflación superior al 100% y una alta criminalidad.
Históricamente el equipo más débil de América del Sur, Venezuela es el único país de la región que nunca ha jugado un mundial de mayores y esa racha se prolongará el año que viene, ya que los venezolanos marchan últimos en las eliminatorias sudamericanas.
Venezuela es además uno de dos países (el otro es Ecuador) que nunca ganó la Copa América. Su equipo sub20 juega apenas su segundo mundial de esa categoría. Hace ocho años fue eliminado en octavos de final en Egipto. Y ningún equipo venezolano llegó más allá de los cuartos de final en la Copa Libertadores.
“Venezuela necesita esto”, expresó el sábado el técnico Rafael Dudamel, que dirige tanto el sub20 como la sección mayor. “Venezuela les va a agradecer por toda la vida las alegrías que le han dado. Han marcado una historia ganadora, historia diferente”.