Mientras se va un proyecto, llega un problema

Mientras se va un proyecto, llega un problema

El gran castillo de arena se desmoronó. Anunciado con bombos y platillos, y defendido por funcionarios que parecían promotores del sector privado, el proyecto del “Centro Deportivo y Cultural Juan Marichal” quedó atrás.

La decisión fue tomada por el presidente Leonel Fernández después que la Caixa Peral de Depósitos (un banco portugués) solicitara el aval del Estado para aportar los US$75 millones con los que se financiaría la obra.

Acertada, la medida del Presidente es sorprendente e inusual en un país el que a pocos les tiembla el pulso a la hora de comprometer (aunque sea verbalmente) el aval del Estado.

Ojalá que esta misma actitud fuera traspolada a otros proyectos que también cuentan con la inversión privada.

 Uno de ellos es el de la Barrick Gold, una empresa que lucha por convencernos de que será muy bondadosa con el Estado a pesar de que lo hará después que se sirva con el más grande los cucharones.

Igual fortaleza debería tener frente a Venezuela, un país ante el que se ha arrodillado en honor a Petrocaribe, ya que es fácil adivinar que disgustar a Hugo Chávez puede costarnos caro porque la venganza vendría servida con recortes en el suministro de petróleo.

Con tal riesgo por delante (y eso que no ha habido venta de Refidomsa), a la República Dominicana no le quedó más que lamentar que Chávez se haya molestado por las gestiones que hace Fernández  para disminuir las tensiones que tiene con el presidente de Colombia, Alvaro Uribe.

Así las cosas, esto debe servirnos como ejemplo a la hora de comprometer al país. Y es que a veces los favores económicos pueden quitarnos la libertad. Ese es un lujo que ningún mandatario debe permitirse.

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