Mientras unos discuten, nosotros nos fastidiamos

Mientras unos discuten, nosotros nos fastidiamos

Mientras el país se debate en una absurda discusión acerca de una reforma constitucional que nueva vez busca convertirse en el instrumento para que el presidente de turno consiga sus propósitos, los ciudadanos tenemos que lidiar con un montón de problemas que hacen de nuestro día a día un infierno.

Para comenzar, porque aquello de que a todos nos duele la oscuridad, tenemos que los apagones se multiplican solos y, como respuesta, el gobierno anuncia el pago de US$100 de los US$373 millones que debe pagar a las generadoras (a las que les debe otros US$400 millones, de los que ni se habla).

Al anunciar el pago, las autoridades nos dicen que los apagones podrían disminuir felizmente a partir de noviembre. Al escuchar eso, surge la duda: ¿qué haremos mientras tanto?

A la falta de energía eléctrica se une la del agua. No sé si sucederá en todas partes pero en la Urbanización Real, donde vivo, la situación del agua raya en lo dramático: si no se compran camiones es muy difícil que podamos tenerla.

Hace tiempo que en nuestra zona estamos lidiando con este problema. No han valido las denuncias ni las llamadas ni nada: nadie nos ha dado una explicación válida y, mucho menos, una solución.

Y ahora se unen los hoyos surgidos por las lluvias. Llegar a nuestras casas es sinónimo de estar sorteando obstáculos. Pero eso a nadie le importa. Los problemas de los ciudadanos sólo tienen validez a la hora en que hay que buscar los votos. ¿Después? Que cada quien se las arregle como pueda, si es que puede, o se resigne a fastidiarse por siempre.

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