MIGRACION: CAUSAS Y EFECTOS
Emigrantes contribuyen a forjar la nueva identidad dominicana

MIGRACION: CAUSAS Y EFECTOS <BR><STRONG>Emigrantes contribuyen a forjar la nueva identidad dominicana</STRONG>

POR MINERVA ISA Y ELADIO PICHARDO
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El espejo de nuestra realidad refleja al dominicano con un perfil distinto, una nueva identidad transmutada por principios y valores, patrones de pensamiento y normas conductuales internalizados fundamentalmente por las generaciones jóvenes insertas en un mundo global, influenciadas por el turismo y las migraciones, el creciente éxodo al exterior que nos traen mucho más que dólares y euros, propiciando la hibridación, la diversidad.

En lenta gradualidad se va forjando el dominicano del siglo XXI, hombres y mujeres con una visión diferente a la de mis ancestros, fruto de una interculturalidad que engarzó rasgos exóticos al híbrido surgido de la simbiosis racial y cultural de Africa y España. Su aspecto, siquis, mentalidad y comportamiento se modelaron en una dinámica constante mediante la interacción con otras culturas. 

Somos más, mucho más que afroespañoles, incorporamos otros elementos de diversas culturas, nos mezclamos con árabes, haitianos, italianos, chinos, imitamos modelos extranjeros, primero el europeo, luego el norteamericano, pretendiendo reproducir en copia fiel su estilo de vida, sin criticidad, sin posibilidad económica en grandes segmentos poblacionales.

El antiguo estereotipo del dominicano, el montero y el conuquero, la marchanta, el recuero y el aguatero quedan en la memoria colectiva, en las novelas costumbristas, escenas folclóricas y coloridas postales. Dieron paso a nuevos protagonistas que hoy dominan esta historia, mis nietos, niños y adolescentes conectados a internet, a nintendos y otros videojuegos, alternando las hembras sus estudios con clases de pintura, ballet y tenis, de karate y baloncesto los varones, unos y otros criados con compotas y corn flakes y mayor consumo protéico que les dan una estatura superior a la de sus progenitores. Su avance por la vida conservo en videos desde pequeñines, lo que, contrario a mí, a futuras generaciones permitirá conocer a sus antepasados.

Mis nietos no son muchos, sabrás que el índice de natalidad ha ido en descenso, mi abuela tuvo once hijos, yo cinco y mi hija tres, pero hay quienes no quieren o no pueden tener más que una pareja.

Cuatro de ellos, tres varones y una hembra ya son jóvenes de altos vuelos, emprendedores, amantes del consumo y una conducta mucho más asertiva, heredada de sus padres. Me desagrada su hedonismo, muy acentuado como gran parte de la juventud dominicana que glorifica el placer, la belleza y el confort.

Pienso que en algunos aspectos seguirán las huellas de sus progenitores, pragmáticos, individualistas, utilitarios, poco frugales, sin el idealismo y solidaridad que caracterizó a la generación del sesenta. Por supuesto, te hablo de uno de los estereotipos, pues la identidad no es homogénea, es cambiante, dinámica, existen diferencias internas, una multiplicidad de identidades, de subculturas. No puedo generalizar, ya sabes que se imponen las individualidades, que cada persona es un universo, un cosmos, como proclamaba el gran poeta Walt Whitman.

No somos un ser estático. Nuestra sociedad ha estado siempre en un devenir incesante, recibimos influencias de otras naciones que nos han transformado a lo largo del tiempo. Un cambio indetenible, dinámico como la misma esencia de la cultura.

El dominicano, con sus creencias y valores, mitos y realidades, continúa modelándose dentro de los procesos globales, en los que no sólo hay una circulación más fluida de capitales, bienes e información, sino también de personas que se trasladan de un país a otro: migrantes, turistas, ejecutivos, estudiantes y profesionales, en un frecuente ir y venir, manteniendo vínculos asiduos entre las sociedades de origen y de itinerancia.

Una cultura híbrida

La constitución de comunidades transnacionales ha jugado un papel decisivo en los cambios que acontecen. Su reproducción de la cultura híbrida contemporánea es diversa y trasciende la dimensión económica, contribuyendo a cambiar la cultura y los valores en la sociedad. En otras latitudes, reconstruyen su cultura, transmutan su identidad. Más que arrancarlas, transforman sus raíces, integrando y reintegrando principios, rituales, símbolos, hábitos y formas de organización social, como parte de múltiples estrategias para sobrevivir en un ambiente generalmente hostil, en un mundo excluyente.

La creciente interacción con el mundo exterior cambia nuestra dominicanidad, influenciando las percepciones y relaciones de género, diversificando las creencias religiosas y específicas formas de pensamiento, sometiendo a la identidad nacional a complejos procesos de hibridación al influjo de la diáspora dominicana, difusora de símbolos y valores de las culturas en los países receptores.

Adoptamos nuevos modales, modificamos el vestuario y el folclor, la música y los bailes, la bachata se entroniza y el merengue se fusiona con palos y otros ritmos autóctonos, al rock o al rap para sobrevivir, emulando a empresas dominicanas que se afilian a firmas extranjeras ante la competencia, los retos de la globalización.

Dentro de esas mutaciones, se enriquecen los hábitos alimenticios incorporando ingredientes y sabores exóticos. Modificamos el lenguaje, esfumándose los arcaísmos, el vide y el aguaiten, y hasta los cibaeños se cuidan de que no se les escape un compai, alguna i que lo haga pasar por campuno. Además, ya el castellano no es nuestra única lengua, aquí se habla inglés, creole, spanglish, y entre los múltiples acentos con que se escucha el español, últimamente se oye con más frecuencia el de cubanos y colombianos, inmigrantes laborales.

En esas mutaciones inciden el turismo y la inmigración haitiana, la incorporación de la mujer a la educación y al trabajo, el consumismo, la euforia de la modernidad que entre las élites y clase media, e inclusive en los sectores populares, se convierte en ícono, que no desmoronó la inflación generada por la crisis económica de 2003-2004 que, aunque amarrados nuevamente algunos indicadores que sacaron de carriles la macroeconomía, gravita aún en la calidad de vida de la población.

Contradicciones

La modernidad continúa remozando el paisaje urbano con suntuosas edificaciones, avenidas y elevados, imponentes torres y plazas comerciales y de multiuso, en las que ya intervienen firmas constructoras extranjeras. Al verlas, pienso en abuelo. Si se viera en una de esas plazas, con sus escaleras eléctricas, ascensores y otras comodidades de la vida moderna que nos aflojan los músculos y nos inducen a un sedentarismo nocivo. Ahí compramos microondas, lavaplatos, una gran diversidad de electrodomésticos. ¡Una delicia¡ La batea dio paso a la lavadora, el fogón de tres piedras a la estufa, la nevera desplazó la tinaja de agua fresca.

Bueno, en verdad esa es sólo una cara de la moneda. Seguimos siendo un país dual, con intensos contrastes y pronunciado acento. Los apagones nos oscurecen la vida, impidiendo a muchos usar la computadora o el CD Player enviados desde Nueva York. Todavía millares de familias campesinas y urbanas carecen de agua potable y utilizan letrinas, inclusive colectivas, o simplemente van al monte a dar el cuerpo. Recordarás que días atrás te hablé de una modernidad fragmentada, que se quiebra más y más por ser cada vez mayor la brecha entre ricos y pobres.

Quedan vestigios del viejo orden, rémoras que acentúan la pobreza y la segregación, continuidades en las relaciones sociales tradicionales, clubes de gente de primera, la fuerte distinción entre la élite y las masas populares, además de la desigualdad de géneros. No hay una ruptura total con las fuerzas del pasado, con las mentalidades y actitudes imperantes por decenios, patentes sobre todo en la política, rezagada frente a los cambios económicos y sociales. Persisten las ideas paternalistas y clientelistas, el autoritarismo enquistado en la memoria colectiva dominicana, el quehacer político tradicional coexiste junto a los discursos y acciones que proclaman la modernidad.

La inseguridad creada por los bruscos cambios en la sociedad y la pérdida de valores tradicionales han llevado a un anhelo nostálgico por un pasado autoritario que restauren la disciplina y el orden que a sangre y fuego impusieron. Increíble, ¿verdad?, con todo ese pasado de crimen y terror que, como ya te dije, no merece el olvido.

Vorágine de cambios

Pese a esos remanentes, contrastes y complejidades, el mundo de mis ancestros desapareció. Vivimos en una vorágine de cambios. El incremento de las comunicaciones, la afluencia de ideas y tecnologías nuevas, el aumento de los viajes internacionales y del turismo, que como las zonas francas nos mantiene altamente dependientes del exterior, de variables no controlables internamente que generan inestabilidad e incertidumbre, reforzando las marcadas preferencias por lo extranjero, un arraigado pensamiento que desvaloriza lo nativo, deprimiendo la autoestima nacional.

Una mayor inserción en la economía mundial, movilizando millones de personas con el turismo y actividades de exportación posibilitan el desarrollo de nuevas habilidades empresariales y laborales, un flujo de personas y de información, que involucran a diferentes estratos socioeconómicos.

La vida es dinámica, su ritmo se acelera con el avance en las comunicaciones, celulares, internet, las distancias se acortan, se viaja al exterior hasta por un fin de semana, de paseo, compras, negocios, razones de salud o de estética, a internarse en un spa o a una clínica, aunque aquí, donde se agudiza la crisis hospitalaria y aún carecemos de seguridad social, los cambios en la medicina desde tiempos del abuelo son apreciables, se hacen micro y telecirugías, operaciones de corazón abierto, cirugías plásticas que como por arte de magia te transforman el rostro y eliminan el vientre.

Sabrás que aunque la población dominicana se vio enfrentada a múltiples impulsos del exterior desde los sesenta, esto sólo involucraba a una ínfima parte. Es recientemente cuando las fuerzas de la globalización y la migración han atraído a amplios sectores populares a la cultura global.

Como te he dicho, son cambios de última generación, todavía inacabados, y existen opiniones encontradas en cuanto hacia dónde nos conducirá la globalización, un mundo de riesgos y oportunidades. Creo que las culturas buscan un reacomodo, generan nuevas formas de expresión que hacen posible su superviviencia, reaccionan readecuándose en forma innovadora.

Estudiosos del fenómeno con una visión más pesimista ven esta receptividad como una amenaza a la cultura e identidad dominicana, que estiman terminará de diluirse con la  globalización, con claras evidencias de perseguir la heterogeneidad cultural, la norteamericanización del mundo.

En cambio, para otros la integración a un mundo global, con múltiples riesgos y oportunidades, conduce a la adaptación de nuestros patrones sociales y culturales existentes, no a su desaparición. Mis nietos y bisnietos lo sabrán, pues es una respuesta que dará el futuro.

De momento, llego al final de mi historia, de este recorrido por el trecho histórico de 1875-2005, convencido de que, si bien no debemos aislarnos, tampoco rendirnos a las imposiciones de un proceso de globalización de nítidas tendencias atomizantes, que con nuevos actores persigue una neocolonización con patrones que tienen simulitudes a los que rigieron en tiempos de mis ancestros.

Agradecimiento

Profesionales entrevistados, cuyos valiosos conocimientos aportaron a este trabajo.

Amparo Chantada, geógrafa; Roberto Cassá, historiador; Nelson Ramírez, demógrafo; Miguel Ceara-Hatton, economista; José Núñez, sacerdote; Carlos Dore Cabral, Franc Báez Everts, Frank D´ Oleo, Leopoldo Artiles, César Pérez, Wilfredo Lozano, Miguel D. Mena y Brígida García, sociólogos, y los arquitectos Joaquín Gerónimo y David Luther.

BibliografÍa

Censos nacionales 1920, 1935, 1950, 1960, 1970, 1981, 1993 y 2002.  u Trujillo. La trágica aventura del poder personal, Robert D. Crassweller. u Lengua y folklore de Santo Domingo. Emilio Rodríguez Demorizi, 1975. u Ciencia, órgano de la Dirección de Investigaciones Científicas de la UASD, volúmenes 1975 y 1976. u Santo Domingo, un País con futuro, Otto Schoenrich, 1977. u Organo administrativo que interviene en la migración. Secretaría de Trabajo, 1980. u El proceso de desarrollo del capitalismo en la República Dominicana (1844-1930), Jacqueline Boin y José Serulle Ramia, 1981. u El pasado dominicano, Frank Moya Pons, 1986. u La dictadura de Heureaux, Jaime de Jesús Domínguez, 1986. u RD: población y desarrollo (1950-1985). Instituto de Estudios de Población y Desarrollo, 1988. u Estudios Sociales número 83, enero-marzo 1991. u Población y Desarrollo, número 2, 1992. u Tendencias de la migración interna en RD: 1981-1991, Wilfredo Lozano, 1993. u Las migraciones internas en RD, Nelson Ramírez, 1993. u Campo ciudad, artículos y conferencias sobre temas de urbanismo, Joaquín Gerónimo, 1993. u Problemas de población en RD, ONAPLAN, 1995. u Conferencia sobre población y desarrollo, El Cairo, 1996, u Del proceso de urbanización a la planificación urbana de Santo Domingo, Amparo Chantada, 1998. u La ciudad de todos. Santo Domingo 2000, veinte años después, UNPHU, 1998. u Tendencias demográficas, problemas sociales y desarrollo en RD, CESDEM, 1999. u Desarrollo económico y social en la RD: Los últimos 20 años y perspectivas para el siglo XXI, CEPAL, 2000. u Lineamientos de políticas de desarrollo urbano, CONAU, 2000. u La globalización imaginada, Néstor García Canclini, 2001. u Estudios Sociales, números 127 y 129, 2002, u Anuario de migración (1998-2000). Dirección de Migración, 2000, u Revista Global número 5, abril-junio 2005. u Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (ENHOGAR-2005), ONE, 2005. u Informe Nacional de Desarrollo Humano RD 2005, PNUD.

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