Migraciones humanas indetenibles

Migraciones humanas indetenibles

  Las migraciones económicas del siglo XX le dieron ritmo de desarrollo a las naciones al norte del Ecuador. De ahí  el notable empuje de esas naciones, que en Europa marcaron la ruta de la modernización y en Estados Unidos, una nación virgen, supo aprovecharse de la migración preparada que huía de sus países por razones políticas, religiosas y económicas, pero ahora  en el siglo XXI no reúne esas características cuando en la actualidad  está integrada por los que huyen de la pobreza, y por ende, no reúnen las mejores cualidades para aportar al desarrollo.

 Es un flujo humano continuo, que no ha podido  ser frenado, se deposita  cotidianamente en las costas  europeas y norteamericanas de clanes familiares  que huyen de la miseria de sus países en África, Asia, Caribe, América Central y del Sur para refugiarse en los países más ricos del planeta y aceptando condiciones humanas que, como ilegales, deben sufrir pero al menos sobreviven y logran insertarse en los sistemas sociales de los países de albergue.

 El flujo migratorio tiene su orientación hacia los países ricos, pero entre los países de una misma región subdesarrollada se genera un movimiento  entre las naciones vecinas, en especial  cuando una de ellas da muestras de mayor estabilidad  y crecimiento económico  que demanda más mano de obra para  sostener un ritmo de crecimiento que antes no tenían.

 Para los dominicanos, la migración es ya un fenómeno muy conocido y que está en  la cotidianidad. Cada familia tienen parientes que ha emigrado a Puerto Rico, Estados Unidos  y a Europa de forma legal o no. Después  de establecerse   son una fuente sana para la economía con sus remesas en dólares y euros para ayuda de sus familiares que aquí quedan. Eso estimuló a un pasado presidente  dominicano, ya fallecido, a comentar que a los dominicanos ilegales que se iban en yola a Puerto Rico debían ser escoltados por las embarcaciones de la Marina de Guerra hasta las cercanías de las aguas territoriales  de la vecina isla para asegurar su travesía. Después de evadir a la migración boricua, se establecen  y al poco tiempo están enviando remesas a sus familiares, llevando sus envíos  a un volumen superior a los $3 mil millones de dólares, que recibe el país cada año.

 Así como los dominicanos  ilegales les causan problemas a  Puerto Rico y Estados Unidos, la emigración ilegal hacia aquí la sufrimos en el flagelo de la oleada haitiana  que cruza libremente la frontera  y se establece en el país para aportar una buena parte de la mano de obra que hace falta, no solo en la agricultura o en la construcción, sino en las actividades turísticas en todo los resorts y en el transporte, ya sea en motores o en el concho, similar  a lo que ocurre en New York o Montreal con los taxistas haitianos o hindúes.

 Las oleadas migratorias que se desplazan entre los países pobres hacia los ricos es un problema universal, ocasionando severas reflexiones para su enfrentamiento, especialmente en Europa, en donde la población originaria se va reduciendo y envejeciendo y siendo reemplazada por la que llega de los países pobres de África, de Asia y la misma Europa de lo que fue la Unión Soviética y Yugoeslavia.

 La situación dominicana es más delicada, ya que al estar confinados en una isla de 74 mil kilómetros cuadrados, los 20 millones de habitantes,  en algún momento del futuro chocarán para definir  unas relaciones y un modus vivendi que, hasta ahora,  se está rehuyendo para buscar el camino del entendimiento.  ¡Ojalá que ya no sea demasiado tarde! 

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