Miguel Aquino García – Leonel y el regreso al futuro

Miguel Aquino García – Leonel y el regreso al futuro

Nadie puede negar que los postulados del comunismo ortodoxo son loables. En efecto, )no es elementalmente justo que el bien común de una nación se reparta equitativamente entre todos sus ciudadanos, y que todo el mundo tenga igual acceso a la educación, la salud y a ser parte activa en justa proporción de los medios de trabajo?.

Y si ello es así, )por qué entonces el comunismo se ha desplomado a lo largo y ancho del planeta, quedando reducido a las dictaduras militares de Vietnan, Corea del Norte, Cuba y China comunista?

La respuesta se encuentra en la tendencia innata de todo ser humano al libre albedrío, a establecer metas, tener aspiraciones y albergar esperanzas, al deseo de explorar las fronteras de sus posibilidades, a alentar sus inquietudes espirituales, o cualquier otra creencia que le de sentido a la vida y soporte a sus aspiraciones, y aún aquellos que no atribuyen valor alguno a estas disciplinas del espíritu, aspiran al derecho a ejercer todas las demás libertades. El instinto al libre albedrío con el que todo el mundo nace es el centro de la capacidad creativa del ser humano, es el genio renovable de la curiosidad permanente, de la conquista de lo desconocido, de la continua expansión de los límites, y que ha hecho posible los grandes avances de la humanidad en todos los órdenes. Ese libre albedrío inseparable de la búsqueda de la felicidad, es liquidado por completo en los regímenes comunistas ortodoxos, en donde el ciudadano común queda atrapado en una estructura de Estado que encuentra en la simetría de la repartición de bienes materiales, o en la deprivación equitativa de los mismos, la justificación del Estado para suprimir todas las libertades, coartando el natural instinto del individuo a explorar aún sea con razonables restricciones otras posibilidades, a albergar la esperanza de un mundo sino mejor al menos diferente, en el que su capacidad de acción y su fuerza creativa hayan tenido la oportunidad de realizarse, y de renovarse si fuere necesario. A diferencia de lo que comúnmente se cree, el e vida de sus ciudadanos no se debe al poder de las grandes corporaciones o a sus multinacionales, sino a la iniciativa de millones de pequeños comerciantes, a los dueños de todo tipo de pequeños negocios de bienes y servicios que estimulados por la libertad para competir y renovarse, constituyen los principales empleadores del país, los verdaderos generadores de la riqueza y el bienestar de la nación en todos los órdenes.

Por ello Winston Churchill afirmaba que la democracia a pesar de todos sus defectos, «constituye el menos malo de todos los sistemas de gobierno». Cuando se ha permitido la expresión libre de los pueblos, estos han demostrado siempre tener mayor sabiduría e intuición que sus líderes en conjunto. Incluso en sociedades institucionalmente débiles con una democracia fuertemente influenciada por el clientelismo político como la nuestra, como resultado de ser el Estado el mayor ofertante de empleos, la intuición natural de los pueblos tiende a reflejarse con claridad en las elecciones generales. Con el voto protesta o de castigo, o con abstenciones masivas, o apoyando militantemente una propuesta social justa y realizable. Así obsérvese como a pesar del descalabro exhibido por el primer gobierno «completo» del PRD de Antonio Guzmán, el pueblo entendió a través del liderazgo de Peña Gómez que este no se correspondió con las expectaciones y programática del partido, y volvió a darle su apoyo a otra alternativa del PRD a pesar del estancamiento económico del momento. El fracaso entonces del gobierno perredeísta de Jorge Blanco ya no fue perdonado abriendo de nuevo a Balaguer las puertas del palacio presidencial, ante la inevitabilidad de escoger entre «lo que ya se conoce», en vez de lo que «mejor es no conocer». De hecho, la mediocridad y falta de estrategia de esos gobiernos perredeístas, magnificó los aspectos positivos de los pasados gobiernos de Balaguer incluyendo la construcción de grandes represas, creación de una gigantesca infraestructura para el turismo en todo el país que hoy sirve de pilar fundamental de la economía, así como las grandes medidas para la protección de los recursos naturales y el medio ambiente, mientras los aspectos negativos referentes a la represión política y al uso arbitrario del poder, quedaban atrapados en la madeja de los primeros doce años. La misma intuición del pueblo se manifestó luego en la aceptación de la siguiente alternativa del PRD bajo el liderazgo directo de Peña Gómez a quien Balaguer, jugando su ultima carta, se encargó de trancarle el paso al poder en el 94. Obsérvese que en las obligadas elecciones del 96 Leonel Fernández bajo la sombra del PLD de Bosch, ofertando al electorado recapturar la antigua mística del PRD pero con planteamientos programáticos bien diferenciados, alcanza el poder con la ayuda del mismo Balaguer bajo el nuevo fenómeno de la «segunda vuelta». Pero insistimos en que la intuición del pueblo solo crece con el tiempo, pues a pesar de la razonable buena obra de gobierno de Leonel Fernández, en las elecciones del 2000 el pueblo lleva de nuevo al poder al PRD que creyó de Peña Gómez, recordando que en el 94 había sido despojado del mismo y que de nuevo en el 96 a pesar de haber ganado «legítimamente» en la primera vuelta, le habían escurrido finalmente del poder basado en la novedad de la regulación de «la segunda vuelta».

Pero el desbarajuste del gobierno perredeísta de Hipólito Mejía caracterizado por la improvisación reflejada en la falta de planes, la percepción pública de una trivialización de los grandes problemas de Estado basado en el colorido lenguaje del presidente, y el subsiguiente descalabro del valor del peso y el disparo a la estratosfera del costo de la vida, aunque ciertamente agravado por factores externos como el aumento del precio del petróleo, han hecho que la intuición del pueblo que insistimos no se equivoca, decidiera regresar pero esta vez no a la única alternativa del pasado «menos malo» sino a la posibilidad de un futuro promisorio, como se puede al menos razonablemente anticipar del doctor Fernández, quien demostró ya la importancia de tener la visión futurista y moderna del Estado que demandan los nuevos tiempos, quien entendió la necesidad de apoyar y estimular como una estrategia de Estado a los pequeños comerciantes e inversionistas quienes en base a ciertos estímulos arancelarios crearon más de 600.000 empleos durante su gobierno, equivalentes proporcionalmente a los 22 millones de empleos creados por Bill Clinton en sus 4 años de gobierno demócrata y bajo la misma filosofía. Fernández entendió también que sin educación y recursos humanos necesarios para los desafíos de la nueva tecnología no había oportunidad de desarrollo y en ese sentido la sola institucionalización del desayuno escolar y soporte logístico de la educación en las escuelas públicas, constituyó un enorme paso de avance que es justo decir, no fue descontinuado por el presente gobierno. Se trata pues de regresar al futuro sin revanchas estériles, sin bravucadas carentes de base programática, con fé en la nación y eso si con permanente temor al veredicto del pueblo, que perdona pero no se equivoca.

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