Miguel Aquino García – Los gobiernos de testosterona

Miguel Aquino García – Los gobiernos de testosterona

El desarrollo de técnicas de investigación que han permitido la fertilización y manipulación de embriones fuera del lecho materno, ha hecho posible desarrollar tejidos humanos en cultivos de laboratorio que potencialmente podrían usarse como «material de trasplante» para personas afectadas de ciertas dolencias, proveyendo por ejemplo tejidos pancreáticos sanos productores de insulina para diabéticos tipo 1 (que nacen con un páncreas que produce poca o ninguna insulina), o proveyendo tejido linfático productor de las «células de la defensa» que son las que usualmente pierden los afectados por el virus del Sida, o aportando tejido cardíaco para personas que han padecido infartos, entre muchas otras posibilidades. De hecho es posible concebir que personas paralizadas por lesiones traumáticas de la columna vertebral, puedan un día volver a caminar como resultado de la aplicación de injertos de tejido nervioso desarrollado en uno de estos cultivos embrionarios. A pesar de la controversia ético-religiosa desatada por la manipulación artificial de embriones humanos en estas investigaciones, las mismas están en pleno apogeo tanto en Estados Unidos como en Europa y la finalización de las mismas que culminaría con las aplicaciones prácticas ya mencionadas, parece ser indetenible.

Mientras estas investigaciones esperan dar sus frutos en un futuro no muy lejano, muchas otras investigaciones aportan ya aplicaciones prácticas más inmediatas. Así por ejemplo se ha observado que altos niveles de testosterona en el hombre tienen relación directa con el comportamiento que se observa en violadores sexuales y pedofilicos y su tendencia a reincidir en estas ofensas. Como resultado de esta observación, en varios Estados americanos incluyendo California se han establecido leyes que permiten al poder judicial ordenar que estos individuos sean «castrados químicamente», antes y después de ponerles en libertad bajo palabra, obligándoseles a recibir inyecciones mensuales de la hormona Depo-provera, una progesterona usada como tratamiento en mujeres con trastornos de la menstruación, pero que en los hombres produce una disminución dramática de los niveles de la testosterona, lo que a su vez resulta en disminución del deseo sexual y moldeamiento de la conducta de estos sujeto. Es prudente señalar aquí que además de los potenciales efectos de la testosterona, hay muchos otros factores de tipo social y ambiental que también influyen en el comportamiento antisocial de estos individuos.

Por otra parte, la testosterona está asociada a un comportamiento genéticamente programado para «buscar las hembras y pelear por ellas», tal como se observa en todas las especies del reino animal, comportamiento biológicamente normal y aceptable, que tiene por objetivo garantizar la supervivencia de la especie.

Por extrapolación, la testosterona tiene el efecto de acentuar en el individuo la tendencia a prevalecer sobre el competidor a como de lugar en los desafíos naturales del medio ambiente, conducta que se refleja en la actitud prepotente y arrogante del diario vivir.

Ante estas observaciones, a uno le viene seguido la tentación de hacer un estudio a nivel internacional, comparando los niveles de testosterona de presidentes democráticos y restringidos, respetuosos de los derechos de los demás, y los niveles de testosterona de presidentes dictatoriales que no tienen contemplaciones en usar el poder para eliminar la competencia, aunque como sería muy difícil reclutar voluntarios de distintos países para este estudio, uno tiende de inmediato a abandonar esa idea.

Así pues y para mantenernos a salvo de algún «testoteronazo» perdido, dejemos los estudios presidenciales y volvamos a las observaciones primariamente médicas, añadiendo que la incidencia del cáncer de la próstata está igualmente asociada a un alto nivel de la testosterona.

Pero no vaya usted amable lector o lectora a «cogerle miedo» a la testosterona, pues esta hormona también tiene sus cosas buenas. Así por ejemplo, después de haber estudiado por más de 20 años a hombres de distintas edades, una investigación publicada en la revista «Neurology» da cuenta de que la testosterona parece tener un efecto protector contra la enfermedad de Alzheimer, pues hombres con bajos niveles de esta hormona tienen una incidencia más alta de esta enfermedad, al comparárseles con hombres de edad similar pero con doble nivel de la misma, sugiriendo que la testosterona parece bloquear la producción de placas esclerosas cerebrales causantes de dicha enfermedad. Por otra parte el desarrollo de una «musculatura atlética» depende asimismo de la testosterona, por lo cual esta hormona es procurada por aficionados a la escultura física, y es igualmente efectiva en el tratamiento de la impotencia en pacientes con bajo nivel de la misma (hipogonalismo), tratamiento que debe hacerse solo bajo estricta indicación y supervisión médica.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas