MIGUEL AQUINO GARCIA – Tatica, líbranos de todo mal…

MIGUEL AQUINO GARCIA – Tatica, líbranos de todo mal…

Para los incautos que no advierten aún el peligro de la desintegración de la nacionalidad dominicana como resultado de la masiva penetración haitiana, será mejor que presten atención a lo que acaba de suceder del otro lado, previo a la destitución de Aristide.

Hace apenas unos meses, el Estado haitiano declaró la práctica del vudú como la «religión» oficial de Haití, lo que para nadie debe ser sorpresa, elevando esta práctica espiritista a nivel de Asunto de Estado. En efecto el vudú, además de la lengua Creole no compartida por ninguna otra nación del mundo, así como el culto a la negritud enarbolado por la teoría indigenista de Jean Price Mars que rechaza las demás razas, -y debido a la cual hasta los años 1950 ninguna persona que no fuera negra podía adquirir propiedad privada alguna en Haití-, todo ello ha contribuido a la formación de unos valores autóctonos inseparables de la identidad haitiana y no compatibles con la cultura latinoamericana, de la cual la República Dominicana es representativa.

Desafortunadamente, como resultado de la aberración histórica que dio lugar al nacimiento en la misma isla de dos naciones con intereses estratégicos, cultura, idiomas, tradiciones y costumbres totalmente distintas, la nación dominicana es la única en la comunidad latinoamericana que se vio obligada a luchar a muerte no solo por su independencia, sino por el simple derecho a la existencia. Dado la idiosincrasia del pueblo haitiano que hace que este se vea compelido a hacerla prevalecer sobre la idiosincrasia del pueblo vecino con el que comparte la isla, la infiltración «pacífica» de la nación dominicana por una masa de nacionales haitianos cuantitativamente significativa, arrastra consigo el inexorable peligro de la desintegración de la nación dominicana, ya no por la vía militar, sino que las consecuencias prácticas que prometen disolver la esencia del cuerpo social dominicano.

El costo social de este flujo migratorio incontrolado desde Haití, se expresa no solo en desempleo creciente para el trabajador nativo fácilmente desplazado por una oferta más barata de trabajo en todas las ramas de la producción, sino en la presión ejercida por la masa inmigrante en el usufructo de los precarios sistemas de salud, educación y los esfuerzos para salvaguardar la foresta y el medio ambiente. El continuo patrón de emigración en yolas del trabajador nativo en busca de empleos perdidos y de la inmigración haitiana incontrolada para sustituir esos trabajadores en campos y ciudades, garantiza de hecho la haitianización de la sociedad dominicana en todos sus aspectos, a menos que la nación dominicana enarbole una política migratoria coherente y defensora de los intereses nacionales. De lo contrario nuestra cultura, religión y costumbres que nos identifican como nación, sucumbirán a la idiosincrasia, creencias y cultura haitianas.

En ese escenario, se puede anticipar que las «aburridas» procesiones de la Virgen de Las Mercedes y las devotas peregrinaciones en honor a la Virgen de La Altagracia, para mencionar solo dos ejemplos, podrían verse un día sustituidas por animados bailes cundangos originarios de allende mares, en los que sujetos «poseídos» por los diabólicos espíritus del vudú, y estimulados por decretos presidenciales del otro lado del río, saltarán a las calles contorneando agitadamente sus cuerpos en medio de algarabías y gritos emitidos en una lengua extraña, con el pulso acelerado por el olor y el calor de la sangre emanada de animales presentados en sacrificio al Poder de lo oculto. Y a quien le parezca que esto es una exageración, que observe como las fiestas de carnaval de febrero diseñadas para resaltar la cultura y la tradición artística de nuestro pueblo, están siendo ya protagonizadas por caravanas de haitianos que han ido tomando el control de estas fiestas populares, acaparando premios y resaltando los valores de «la otra cultura», o sea «la otra dominicanidad» a que se refieren con burlas los haitianos. Así es que le rogamos pues a Tatica en esta Semana Santa que no nos desampare, que espante con su santo manto las sesiones satánicas que han profanado ya la sacritud de su Altar, le pedimos a Tatica que nos inyecte el coraje, el espíritu de justicia y la visión futurista que demostraron tener Los Trinitarios, le pedimos también a Tatica que nos perdone nuestra angurria por acumular dinero a como de lugar y que ha desatado esta penetración desde occidente, si Tatica, perdónanos nuestros pecados de avaricia que nos tienta y a explotar la inmigración haitiana en vez de detenerla, cúranos la ceguera que nos impide ver el futuro con la claridad meridiana con que lo vieron los fundadores de la nación y líbranos con tu santo manto de todo mal…

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