MIGUEL COCCO, un gran humanista

MIGUEL COCCO, un gran humanista

“Convencido
de que la
vida termina
con la
muerte física
sin absoluta
duda
de mi parte,
digo que vivir en
el corazón
de los justos
es alcanzar la plenitud
de la
inmortalidad,
que para
nosotros
los Revolucionarios
es más
importante
que la sorda
existencia en
la
Posteridad”…

Dejar una obra, una impronta en el camino, es sembrar para el futuro, ya que la obra crece en el tiempo y aporta a la Humanidad. En el caso de Miguel Cocco, ser humano difícil de definir, de encasillar, y  quien antes de su partida fue capaz de sintetizar la misma con este hermoso pensamiento:

Paradójicamente, a Miguel Cocco no le conocí personalmente, aunque sí desde hace muchos años seguí de cerca su trayectoria e historia de vida. Sus invaluables aportes a la cultura y a la educación dominicana, muchos convertidos en proyectos innovadores, fruto de esa postura de mecenas que tanto disfrutó, casi a la par, con su faceta de editor muy fino y acertado. Estas facetas de “emprendedurismo” consagraron a Miguel por siempre.

Justamente, lo antes descrito me interesa más en este personaje que sus aportes, posturas y dedicación a la política dominicana. Es innegable que la política fue su gran pasión, en la que dejó implantada sus huellas de fino estratega, y cuyas ideas tanto han aportado a los últimos 50 años de construcción de la democracia dominicana. Siempre protagonista y pieza clave, este discípulo del profesor Juan Bosch fue nombrado en los  gobiernos presididos por el doctor Leonel Fernández como director general de Aduanas, lo que le permitió demostrar su compromiso con el pueblo dominicano, convirtiéndose en el funcionario mejor posicionado, y hasta el último momento como uno de los más honestos en el ejercicio de sus funciones públicas. Pero quiero insistir que sus facetas más apasionantes para mí –y como yo, para muchas personas- son las de su ejercicio altruista, que le convirtieron en el mecenas más relevante del país, lo que manifestó muchos años antes de ser funcionario, destacándose como un fino coleccionista y protector de las artes plásticas y visuales. También en el campo editorial, por años, los catálogos y monografías de los artistas plásticos, de poetas, escritores jóvenes, fueron impresos en la Editora Alfa y Omega, la principal empresa y el sueño hecho realidad de Miguel Cocco. Esta empresa editorial, que se fundó en la década del 70, desarrolló en pocos años un importante y respetable inventario de libros en los que se destacaban las obras, ediciones y reediciones del Profesor Juan Bosch, quien mantuvo una relación de padre-hijo con Miguel. Este ejemplar dominicano nunca se detuvo en sus propósitos empresariales y editoriales, y desarrolló otros esfuerzos editoriales, que al día de hoy Minerva y sus hijas mantienen por encima de todas las adversidades del mercado. Touring, el periódico turístico con más de 27 años en el mercado, nunca se ha dejado de editar en interesantes reportajes bilingües, y para eventos puntuales como ferias internacionales de turismo se edita en otros idiomas, como francés, alemán e italiano, y se piensa en un futuro cercano realizar ediciones en ruso y mandarín. La Enciclopedia del niño, como es el lema de la revista Tobogán,  que contiene mensualmente los temas  actuales para los niños, extensivos a las familias, tiene además el recurso editorial de 35 biografías de héroes nacionales, que el propio Miguel Cocco coordinó con su compañero entrañable,  el historiador e intelectual Roberto Cassá, además de dos biografías  que han sido elaboradas por el historiador Euclides Gutiérrez Féliz -específicamente la de Juan Bosch y el periodista Osvaldo Santana-, la del doctor José Francisco Peña Gómez. Bajo este sello editorial está disponible una colección de clásicos juveniles impresionante. Otro esfuerzo del sello Fondo Editorial, de la Editora Alfa y Omega, lo es la tirada mensual de la revista TV-Cable Guía, una herramienta interesante para quienes disfrutan la televisión por cable, y que además tiene en su contenido mensual firmas como la del intelectual Federico Henríquez  Gratereaux y la sección “Artemira” de artes plásticas y visuales.

No podemos concluir las hazañas de este gran trabajador sin que se recuerde su papel en el desarrollo y como co-fundador del periódico El Nuevo Diario que, justamente, se fundara un 8 de mayo de 1981, y en el cual, Miguel, junto a otros pequeños empresarios, uno de ellos de gran relevancia, como Pedro Bonilla, y un equipo de connotados y valerosos comunicadores provenientes del desaparecido periódico El Sol. En la Editora Alfa y Omega se gestó y se imprimió los primeros años este importante periódico, cuya línea editorial, hoy liderada por Persio Maldonado, se ha mantenido con gran seriedad y sin el respaldo de poderosos grupos económicos. Esta filosofía empresarial tiene a mi entender la impronta de Miguel Cocco, quien nunca en sus empresas editoriales hizo alianzas, y nos imaginamos que era una manera de defender la misión, visión y objetivos de las mismas.

Por supuesto, las piezas claves del universo de Miguel, en su rol de padre ejemplar y esposo, fueron Minerva y sus hijas. Esta dedicada esposa,  quien día a día complace y mima a su marido tratando de llevar firme la empresa que fundaron juntos hace 40 años, igual que si él la estuviese dirigiendo en el presente.

En los murales de la empresa Alfa  y Omega,  el maestro Cristian  Tiburcio supo sellar para  la eternidad  la inteligencia de la mirada de  Miguel, y el estiramiento de sus  finos labios donde la sonrisa sincroniza  con la luz de  sus  ojos, como una manera de recordarnos que hombres como él  nunca  se van, pues su paso por la tierra es tan  significativo que se queda el ánimo, la fuerza espiritual,  y la conciencia que  armó y marcó su vida.

El maestro Tiburcio supo darle al mosaico, que justamente Minerva le encargó,  la flexibilidad y la ligereza necesarias para transmitir la permanencia de la emoción.

El arte consiste  en emanar lo más profundo de la esencia, y el mural mantiene con intensa  expresión la presencia de  Miguel Cocco. Su rostro sincroniza el conjunto de elementos  gráficos que componen el fondo de la obra, son elementos  simbólicos  que evocan la complejidad y la fuerza del pensamiento con una figuración del tiempo  emitida  por unos relojes despertadores de  conciencia, metáforas del paso de los años y de la actualización  de la acción ciudadana y política adecuada a las etapas y circunstancias de la historia. Es con la intensidad del tiempo y las energías  de los  símbolos de vida  como el sol y la  música  que  el fondo de la obra toma y proyecta fuerza, circundando la figura central del ciudadano.

“El mural de Miguel Cocco, lo concebí
como un homenaje al gran amor de mi vida
para que sea recordado a través de su rostro
con una sonrisa tierna, pensamientos profun dos,
fechas memorables y  esplendoroso diseño a un hombre
que luchó y sirvió a su país, sin esperar nada.

Su ubicación no podría ser mejor, justo en la parte frontal de su Editora,
para que las personas que lo contemplen,
puedan apreciar, admirar o simplemente suspirar”.

Minerva González de Cocco
-Mini-
8 de marzo, 2010.

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