Miguel de Camps y el Himno Nacional

Miguel de Camps y el Himno Nacional

Muy mal lo tiene la nación dominicana en cuestiones de costumbres, moral y cívica y mucho menos de amor a los símbolos patrios que la enaltecen. Estos son tiempos de la patria sentada en el banquillo de los acusados, de las instituciones del orden corrompidas y de las almas puras y nobles impotentes, son tiempos del glamour de una mujer que con la sonrisa de una Mona Lisa, hechiza y provoca la lujuria pública de hombres y un tíguere cinturita que deambula por calles y caminos de la patria en un DVD, humedeciendo el clítoris enardecido de muchachas y mujeres insatisfechas.

Sin embargo, todavía el país tiene una reserva de sensatez que le retiene y que no se deja deslumbrar por la política enriquecedora y el narco impune, que viaja en yipetas Hummer y vacaciona en resorts cinco estrellas.

Miguel de Camps Jiménez, desde su condición de editor, maestro de las artes gráficas y ahora historiador, pone en mano de la sociedad dominicana el valioso compendio “Para comprender mejor el Himno Nacional Dominicano”.

Una obra única en su diseño y diagramación, pensada y escrita de forma didáctica, desde un lenguaje ameno y sencillo y graficada con ilustraciones de épocas que, como acertadamente dice en la presentación el historiador José Chez Checo, que su autor ha perseguido “que el público en general, y especialmente el estudiantil, comprenda el origen del Himno Nacional”.

“Para comprender mejor el Himno Nacional Dominicano” es una obra que puede colocarse como eje transversal en los programas de historia de nuestro sistema de educación público y privado, en virtud de que recoge, evalúa y presenta todos los himnos escritos y musicalizados al fragor de las diferentes gestas patrias; de las cuales se hacen pertinentes anotaciones y aporta las bibliografías y las biografías de sus creadores y dedica especial interés en dar a conocer las peripecias y vicisitudes que tuvieron que afrontar los autores de las letras y música, don Emilio Prud’homme y don José Reyes, hasta lograr, el 30 de mayo de 1934, la oficialización de nuestro canto patrio.

Bien haría el Ministerio de Educación, aprovechando los ciento veintisiete  años del estreno de nuestro Himno Nacional y el inicio de las clases en las escuelas, liceos y colegios, públicos y privados, llegar a un arreglo editorial con Miguel De Camps Jiménez, para que autorice la impresión de los ejemplares necesarios para cada estudiante, y a su vez en cada hogar dominicano se lea este importante documento histórico, que tanto bien haría a la salud de la patria; porque además de ser un valioso instrumento pedagógico es una antorcha que alumbra la senda por donde debe transitar el sentimiento de la dominicanidad, producto del sacrificio de miles de dominicanos, antes y después, de nuestra vida republicana.

Enhorabuena este histórico aporte de Miguel De Camps exaltando el amor patriótico en un presente de calamidades morales, cívicas y políticas de la Patria, donde los antivalores son exhibidos como modelos de comportamiento ciudadano; haciéndonos creer que quienes actúan de forma correcta son los pendejos de la sociedad dominicana.

Este libro es un antídoto a esta falsa y perversa creencia.

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