Como a todos nos gustan las historias sobre la vida de la gente, sus momentos placenteros, desdichados o tristes, creo que debo contarles que hace algún tiempo descubrí un pequeño libro de cuentos infantiles publicado por Ediciones Unión de La Habana, Cuba.
Me impresionó, de entrada, la hermosa y aleccionadora inocencia con la que estas historias están narradas. Y la sugestiva belleza de sus ilustraciones: niñas y niños de razas diversas, confundidos en su portada e interiores con avecillas azules y sepia, en un fondo verde como la misma naturaleza, que también suele ser multicolor.
Sobre el verde tranquilo volaban, con notable gracia, mariposas blancas y amarillas. De la tierra, brotaban lirios de tallos angostos que parecían danzar con la brisa.
Busqué asiento y empecé a leer. La primera historia, El murciélago de las maravillas, de Miguel Phipps Cueto, petromacorisano y al que todos tenemos el honor de conocer, realmente me llegó al corazón.
La sucesión de escenas, escritas con un lenguaje apacible y elegante, que fluye como aguas mansas y puras, nos hablan de cuán imperiosas resultan la generosidad y la bondad, en un mundo abatido por el egoísmo y los intereses particulares.
Miguel Phipps Cueto, prolífico autor de relatos infantiles, ha venido, desde la soledad y el silencio, construyendo un universo que trasciende los asuntos cotidianos de nuestra existencia y se remonta hasta nuestros sentimientos más cálidos y enaltecedores.
Por eso, fue como asistir a una fiesta de luces el tener en mis manos sus cuentos reunidos y que él tituló Bocanadas de chimenea. Este libro es el resultado de una vocación y de un ejercicio. Los frutos del árbol que ha plantado y cuidado con esmero. Su verdor, el olor intenso a naturaleza, y la sombra que nos protege de la maldad del mundo.
El volumen incluye sus libros El seno de lo prohibido, Las hogueras del infierno, Los duendes de la noche y Los cuentos del barrio. Cuando uno, seducido por la lectura, se transforma en testigo de las tribulaciones de la gente de carne y hueso que retrata el autor en estas páginas, nos vienen a la memoria las reflexiones sobre el trabajo literario de Edward Morgan Foster, autor de El viaje más largo (1907) y Habitación con vista a la calle (1908). A los escritores nos gusta fingir que no usamos personas reales, pero en realidad lo hacemos, nos dice el maestro. Y manifiesta, entonces: En ninguno de mis libros he puesto más que las personas que me gustan, la persona que pienso que soy y las personas que me irritan.
Las ocurrencias, los ambientes, los personajes con los que uno se tropieza en estas Bocanadas de chimenea nos hacen cómplices y testigos al contarnos sus sorpresas y contagiarnos sus alegrías, o las verdades y recuerdos que los atormentan. Sin duda, hay un dejo de misterio que se esboza en los conflictos de sus vidas.
Ciertas historias son, en verdad, un poema. En Imposible amor, Miguel Phipps nos dice: La veo acercarse con su caminar/los ojos resplandecientes y húmedos. Rozo su mejilla y la siento temblar/. Una necesidad que mis caricias exasperan.
Imaginamos a Phipps cuando observa con ojos vehementes la realidad que lo rodea, el contraste entre las enseñanzas recibidas y los que se decidieron por la incertidumbre y la locura. Este petromacorisano, con los ojos bien abiertos, como recomendaba Stanley Kubrick, con voz penetrante, nos mira y se presenta. Soy hombre de familia, hijo de una madre católica y un inmigrante de las islas, apegado desde sus orígenes a los dictados de la church.
Las palabras, como bien dice Krishan Chopra, son símbolos que expresan emociones, intenciones y deseos, y tienen un valor incalculable. Están constantemente creando y cambiando la historia de nuestra existencia. Las palabras equivocadas pueden traer desgracia, guerra y muerte.
Los motivos que Phipps utiliza como materia prima de sus historias conmueven las honduras de nuestra alma y nos transmiten la sensación de que nunca podremos borrarlos de nuestra memoria.
El manejo de la sorpresa, nos anega en un ambiente de presagios y dudas y es, en definitiva, el monto a saldar por insertarse en este universo particular de Miguel Phipps Cueto donde hombres y mujeres transitan sus caminos bajo la sombra incierta de la vida y la muerte.
El cuento titulado Pacto infernal representa un ejercicio de recuperación de los mitos agrarios que fueron tan vivos, tan intensos, en nuestros años infantiles.
Carlos Esteban Deive nos habla de que la fe en la magia se relaciona con pautas de comportamiento, normas y el rumor de que ciertos individuos pretenden tener acceso a poderes especiales y a la capacidad de usarlos antojadizamente.
Por eso, en Éxodo amoroso se reitera esta condición de leyenda campesina sobrenatural que tanto es del gusto de nuestro autor. Se nos habla de Amancia, de quien se rumoraba que ningún hombre dormía un sueño completo en su regazo y cuya vida emocional era como una montaña rusa.
Francois Muriac, el genio francés autor de Las manos juntas y El beso del leproso, decía que cada escritor debe inventar su propia técnica y equiparaba la obra literaria a un mundo, grande o pequeño, que tiene sus propias leyes así como su propia flora y su propia fauna.
Será ésta la razón por la que Miguel Phipps no se circunscribe a un solo modelo cuando elabora sus cuentos. A veces asume el esquema tradicional (principio memorable de gran impacto, contenido, clímax y un desen- lace que nos corta la respiración), tal y como nos dicta el maestro Horacio Quiroga.
Otras, se sienta frente a nosotros y de manera doctoral comienza a brindarnos lecciones. En su ánimo está estructurar no solo historias dispersas sino un mundo de leyendas, sueños, costumbres y vivencias.
Nos encontramos, entonces, con el hecho de que Miguel Phipps ha cruzado exitosamente la frontera desde la historia infantil y didáctica, al cuento sobrio y tantas veces ácido que retrata las veleidades de los seres humanos y la incertidumbre de la existencia.
Miguel nos cuenta, en la historia infantil de El murciélago de las maravillas, que enclavada entre los ríos Soco y Cumayasa, en la provincia de San Pedro de Macorís, existe una cueva donde la naturaleza hizo magia.
Cerca de la cueva, y al anochecer, las golondrinas y las mariposas, jugaban antes de irse a dormir. Cuando los visitantes penetraron a ese lugar tan lleno de misterios, corrieron a mirarse en el espejo de agua.
Yo los invito a todos ustedes a mirarse en este espejo de aguas cristalinas y maravillosas, de corrientes suaves e imperceptibles, que son las historias que Miguel Phipps nos entrega en sus cuentos reunidos.
Estas palabras se las dio como consejo, años atrás, el doctor José Hazim Azar, fundador de la UCE, al autor de Bocanadas de chimenea. Miguel, siembra generosamente las semillas de tu bondad hasta en los terrenos que te parezcan más estériles. Tarde o temprano, el sembrador recogerá los frutos, superando a todas sus esperanzas.