¡Miguel Ramírez: lúdico, intenso e inspirador!

¡Miguel Ramírez: lúdico, intenso e inspirador!

El Museo de Arte Moderno ha presentado recientemente “Diluvios en Equilibrio”, impactante exposición retrospectiva de Miguel Ramírez (1966), integrada por una amplia selección de dibujos, esculturas, instalaciones, ensamblajes y video-instalaciones que abarca un cuarto de siglo de trayectoria profesional, incluyendo una serie de obras que resultan ciertamente paradigmáticas en la producción artística dominicana contemporánea.
Entre estas obras, destacan algunas esculturas e instalaciones en cuya realización el artista utiliza de manera ingeniosa una asombrosa diversidad de materiales, medios y recursos expresivos que reafirman el signo distintivo, experimental y eminentemente lúdico de su producción, tales como las tituladas “Tótems” (1994); “La casa de las miradas” (1996); “Ruega por nosotros…. Rosario a Nuestra Señora de la Fama y la Fortuna” (2005); “Caribe Parte Atrás (2004)”; “Polizonte” (2004); “Fuga” (2004); “Islario” (2004); “Copérnico y las Estrellas” (2007); “Odiseo” (2009); “Cuerpo Aludido” (2016); “Diluvios en Equilibrio” (2016); “La Huida” (2016); “Otros Cielo” (2016); “Bohío” (2016); “Estado de Sitio” (2016); “Santuario/Archipiélago de Espejismos” (2016) y “Diluvios en Equilibrio” (2016).
Cerámica, madera, tela, papel, cartón, tierra, agua, metales, goma, cristal, electricidad, neumáticos, zapatos, ropa usada, alambre de púas, tachuelas, hojalatas, láminas de aluminio recicladas, cámaras, tabletas y pantallas digitales, son sólo algunos de los materiales y recursos expresivos con que Miguel Ramírez logra facturar una producción plástica y visual multidimensional y polivalente a través de la cual reflexiona con particular intensidad y alto vuelo conceptual sobre las causas y los efectos de las contradicciones culturales identitarias, la constante migratoria, el ecocidio, las mutaciones sociales, los rituales de la violencia, las nuevas mitologías del caos y el absurdo cotidianos en el Caribe Contemporáneo.
En las más resistentes instalaciones que integraron el formidable cuerpo expositivo de “Diluvios en Equilibrio”, el recurso experimental y la síntesis expresiva, operaban como elementos potenciadores de la riqueza plástica, visual y conceptual con que Miguel Ramírez llega a deconstruir simbólicamente las escisiones espirituales, las metamorfosis políticas, los espacios reales, fictivos y “corrosivos” de la consciencia nacional y la pluralidad cultural identitaria dominicana, sin olvidar sus propias devastaciones existenciales. Asimismo, en estas obras, Miguel Ramírez, responde con insólita precisión al reto de la imaginación creativa y al inevitable desafío que entraña y exige cada resolución instalativa.
En su práctica creadora, Miguel Ramírez se nutre reflexivamente del espacio-tiempo de la insularidad, la cotidianidad y la ritualidad popular. Espacios y ritos en los que conviven tiempos culturales, políticos, emocionales y mentales en perpetua simultaneidad. Penetrando críticamente estos espacios, tiempos y ritualidades con una mirada más poética y filosófica que antropológica, Ramírez ha sabido seleccionar y resignificar los códigos de su fascinante universo simbólico personal, examinando sus objetos, antes, durante y después de la “factura” como si quisiera experimentar al máximo todas las posibilidades creativas contenidas en los mismos medios, materiales, signos y símbolos que utiliza.
Dos aspectos que seducen poderosamente en la producción simbólica y en la práctica creadora de Miguel Ramírez son la dimensión delirante de su mirada y la intensidad de su pensamiento. En este caso, estamos ante un artista profundamente creativo y subversivo como insaciable reapropiador, reciclador, trastocador y transmutador de objetos, materiales, imágenes y signos a los que imprime nuevas cualidades de tensión y sorpresa expresivas. Sorpresa y tensión que inician en el mismo proceso de “turbulencia” creativa del taller y que luego estallan de manera esplendorosa en la inagotable capacidad dialógica de sus obras.
En este sentido, la obra polivalente de Miguel Ramírez, admite su lectura despejada como un mensaje auténtico, vital e inspirador que este excepcional artista dominicano entrega a su pueblo. Entonces, esta obra es la cristalización del alma misma de Miguel Ramírez que se exterioriza y se expande, comunicando a sus semejantes su capacidad de compromiso; sus ideales, sentimientos, preocupaciones y emociones más intimas ante la experiencia, las circunstancias y el tiempo que le ha tocado vivir.

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