Miguel Ramón Bona Rivera – Carlos Morales y Jacinto Peynado

Miguel Ramón Bona Rivera – Carlos Morales y Jacinto Peynado

El respaldo otorgado por Carlos Morales, primero, y Jacinto Peynado, después, a la candidatura presidencial del doctor Leonel Fernández Reyna para el torneo electoral del próximo 16 de mayo, sella el triunfo arrollador que obtendrá esta candidatura en la primera ronda de dicho certamen cívico.

La presencia de ambos líderes, Morales Troncoso y Peynado, otorga una representatividad suprema al respaldo que el pueblo reformista ha venido ofreciendo de manera creciente al doctor Leonel Fernández Reyna.

Pero sobre todo confiere un contenido ético-moral a dicho respaldo político, por la estatura cívica, por la estirpe, y por las calidades personales que adornan a ambos líderes.

Morales Troncoso y Peynado, son portadores los dos de un quehacer político intachable, puesto únicamente al servicio de los más elevados intereses de la nación, y de ese civismo emana el prestigio político que los acompaña.

Ambos descienden de una estirpe de prohombre, que desde el momento mismo en que se alumbró la independencia de la República, pusieron sus afanes y desvelos al servicio de la patria:

La noche gloriosa del 27 de febrero del 1844, Wenceslao De La Concha, concuñado de Juan Pablo Duarte, se despidió de su esposa Leocadia, que se hallaba en el último mes de gestación, y se dirigió a la reunión de los conjurados de la puerta del Conde. Cuando sonó el trabucazo, que retumbó en toda la ciudad, Leocadia entró en crisis de nervios y dio a luz una niña que llevaría por nombre Baldomera De la Concha.

En 1876 Baldomera De La Concha se casó con el joven Jesús María Troncoso, sacristán civil de la catedral. Un año más tarde, en 1877, Jesús María Troncoso descubriría los restos auténticos del Gran Almirante Cristóbal Colón, sepultados en un nicho oculto del presbiterio de la catedral.

Del matrimonio de Jesús María Troncoso y Baldomera De La Concha nació Manuel de Jesús Troncoso De La Concha, abogado, político, historiador que fue vicepresidente y presidente de la República de 1938 a 1942, ciudadano de virtudes cívicas, que aún bajo la dictadura supo colocarse únicamente al servicio de las mejores causas. Don Pipí Troncoso, como cariñosamente se le llamaba, fue también un conocedor profundo de las formas y costumbres del pueblo dominicano, las cuales dejó pasmadas en su renombrada obra «Narraciones Dominicanas».

El doctor Manuel de Jesús Troncoso De La Concha, fue abuelo materno del ingeniero Carlos Morales Troncoso y le inculcó desde pequeño el amor por lo dominicano, y la reverencia ante nuestras tradiciones patrias.

El licenciado Jacinto Peynado, por su parte, es bisnieto del general Jacinto Peynado Tejón, militar independentista y héroe de la restauración, que desde 1948 fue ayudante personal del prócer Francisco del Rosario Sánchez, hasta la misma hora en que el patricio fue fusilado en el martirologio de El Cercado, el 4 de julio de 1861. Peynado se salvó de ser fusilado también, porque en el momento en que Sánchez fue herido y apresado en El Cercado, Peynado se hallaba en Las Matas de Farfán, en misión con el general José María Cabral.

Tras la muerte de Francisco del Rosario Sánchez y el inicio de la guerra de la restauración, el coronel Jacinto Peynado Tejón se coloca bajo las órdenes de Gregorio Luperón. El gobierno de la restauración nombra a Peynado gobernador adjunto de Santiago y lo asciende al grado de general de brigada.

Finalmente, el general Jacinto Peynado Tejón culmina su brillante carrera militar al ser nombrado Ministro de Guerra y Marina (equivalente hoy a secretario de las Fuerzas Armadas), en el primer gobierno democrático de nuestra historia republicana, régimen que encabezó el civilista prohombre Ulises Francisco Espaillat.

Jacinto es nieto del licenciado Jacinto B. Peynado, presidente de la República de 1938 a 1940; y es también sobrino-nieto del licenciado Francisco J. Peynado, que fué el autor del tratado que culminó con la salida de las tropas norteamericanas que desde 1916 a 1924 ocuparon nuestro país y establecieron un gobierno militar extranjero.

Pero independientemente de la estirpe que acredita a estos dos ciudadanos ejemplares, Jacinto Peynado y Carlos Morales Troncoso se han ganado el prestigio de que gozan gracias a su trayectoria personal y a su conducta pública, lo que los ha hecho merecedores del reconocimiento, tanto de los que comparten sus lineamientos políticos como de los que se ubican en esferas partidarias distintas. Así gozan de igual aprecio en las distintas capas sociales de la vida nacional.

Por ello, el respaldo sin condiciones ni negociaciones otorgado por ambos a la candidatura del doctor Leonel Fernández, se constituye sin lugar a dudas en un acto de desprendimiento cívico y en un llamado a las fuerzas vivas más sanas de la nación par la formación de un movimiento unitario que reencause a nuestro país por las rutas del progreso y la recuperación.

Pero también este respaldo patriótico y carente de intereses particulares compromete y obliga al doctor Fernández Reyna a realizar un gobierno que se distancie del accionar partidista y que procure como único norte la unidad de la familia nacional en el esfuerzo común por alcanzar las metas de desarrollo material, institucional y espiritual que merece el pueblo dominicano.

Y entonces la historia nos dará la razón.

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