Amplios relatos sobre la vida de Miguel Tejada son contados en el libro “Iconos de Lidom”, de la autoría del periodista deportivo Franklin Mirabal.
Miguel Tejada tuvo que batir muchas adversidades para poder establecerse como un estelar en las Grandes Ligas.
Su perseverancia le permitió debutar el 27 de agosto de 1997, a la edad de 23 años.
“Al principio no me querían firmar. Me vieron muchas veces, pero al final logré mi sueño”, expuso Tejada al libro “Iconos de Lidom”, de la autoría del periodista Franklin Mirabal.
Al final de su carrera, sus números lo hicieron sentirse satisfecho.
Un premio de Más Valioso, seis All Stars, un campeonato del Derby de Jonrones, 307 cuadrangulares, 1,302 remolcadas y salarios de casi 100 millones de dólares.
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Sume a ello una racha de más de mil partidos jugados en forma consecutiva, una de las grandes proezas del béisbol. “Cuando miro mis números me emociono. Pero hay dos cosas que me dan la mayor satisfacción, una fue que siempre jugué por mi país y, la segunda, que también lo hice siempre con las Aguilas y ganamos muchas campeonatos”, dijo.
“Nadie me podía impedir jugar con las Aguilas, ir a la Serie del Caribe o participar en cualquier evento de mi país”, agregó.
Puntos relevantes
1- Relata Tejada que los Atléticos de Oakland no lo quería firmar por “chiquito”. El escucha Enrique Soto insistió y finalmente se cambió de parecer.
Recordó que Eddy Toledo lo vio, pero que no lo quiso firmar.
Su primer bono por firmar fue de 2 mil dólares, se lo gastó en una compra en el supermercado.
Mal cocinero
Miguel Tejada relata que al llegar a Estados Unidos tenía que cocinar, y que al intentar preparar un arroz, casi quema una casa ajena. En cuanto al idioma, dijo que fue muy difícil no saber hablar inglés, y que fue aprendiendo palabras al leer los periódicos y se hizo aficionado a los muñequitos.
Licey rechazó firmarlo
Aguilucho de verdad
Aunque antes simpatizó por el Licey, desde que llegó a las Aguilas, nadie ha sido más aguilucho que él. Según Tejada, el Licey estaba enfocado en otros jugadores jóvenes como es el caso de Luis Castillo. Aunque se lució en Ligas Menores, Tejada sintió que no cabía en el equipo del Licey. En ese entonces, el jefe azul era el popular Monchín Pichardo. Dice que le había externado a su madre fallecida que deseaba jugar con el Licey.