Miguel Tejada es admirado junto a Cal Ripken por racha de partidos jugados

Miguel Tejada es admirado junto a Cal Ripken por racha de partidos jugados

POR TIM KURKJIAN
De ESPN The Magazine

A 10 años del aniversario de la marca establecida por Cal Ripken destruyendo la de Lou Gehrig, el actual campo corto de los Orioles considera volver a romper esa marca. Un pensamiento inteligente, racional y practico por parte de Miguel Tejada, quien, más que ningún otro jugador, sabe lo que Ripken tuvo que pasar para llegar a eso.

La serie de 893 partidos establecida por Tejada es la undécima más larga de todos los tiempos, y la más extensa luego de que Ripken concluyera con 2.632 juegos. Tejada, como cualquiera que haya jugado este deporte, sabe que la racha de Ripken es inquebrantable: Tejada debería jugar todos los partidos de las próximas 11 temporadas, momento en el que tendría 39 años, para igualar a Ripken.

«Yo estuve ahí cuando consiguió la marca de entradas consecutivas [8,243, que terminó en el ’87]», dijo el ex jugador de los Orioles Rene Gonzales acerca de Ripken. «Sabía que conseguiría el récord. Es un extraterrestre».

Tejada es humano, y está cansado. Como Ripken, Tejada juega en probablemente en la posición más importante en el terreno, una que demanda completa atención y requiere responsabilidades en casi todas las jugadas. Es un puesto en el que tienen muchas maneras de lastimarte: evitando los tapones rivales al tratar de hacer un doble ponche, al correr a las tribunas en el jardín izquierdo o al chocar con un jardinero.

Como Ripken, Tejada batea en el medio de la alineación, donde se le requiere que sea productivo. Tejada empujó 31 carreras en abril; y ha impulsado 57 desde entonces.

Tejada sabe lo que debió soportar Ripken para continuar con la racha. Lo llamaron egoista. Le dijeron que estaba lastimando a su equipo por jugar a pesar de sus problemas de bateo. Decían que se ponía a él por delante del equipo. Nada de eso era verdad, pero eso fue lo que llevó a Ripken a terminar con la racha.

«Es hora de cambiar el tema», dijo.

Considerando la fatiga de Tejada, su poca cantidad de impulsadas y con su equipo fuera de los playoffs, no sería mala idea cambiar el tema.

Tejada sabe que él no es Cal Ripken; sabe que no habrá ninguno igual. A pesar de que a Tejada le encanta el deporte, nadie ha amado al béisbol tanto como Ripken.

El 10 de abril de 1985, Ripken se torció el tobillo izquierdo en el juego 444 de la racha. «Sentí un tremendo dolor», dijo Ripken. Naturalmente, terminó el partido, pero su pie, según su ex compañero Mike Flanagan, «terminó muy hinchado. La zona estaba azul y negra. No había forma de que pudiese jugar». Ripken se trató el tobillo esa misma noche en el hospital. El doctor le dio unas muletas y le dijo que no podía correr al menos por una semana. Ripken tiró las muletas cuando llegó al auto y jugó el partido siguiente.

Su dureza la heredó de su padre, Cal Sr. Solía traer grandes ampollas bajo sus pies por jugar al fútbol.

«Volvía a casa», dijo Cal Jr., «Agarró un taladro y se agujereó la ampolla. La sangre salía disparada para todos lados, y el solo decía ‘ooooh'».

Cuando Cal Sr. tenía 50 años, recibió un batazo en la cara en una práctica en Boston. El entrenador Richie Bancells corrió hacia el montículo para ver si seguía vivo.

«¿Qué diablos haces aquí?», gritó Cal Sr. «No he terminado mi turno todavía».

Ripken Sr., con sangre en su cara, siguió lanzando en la práctica de bateo, fue al hospital, recibió unos puntos, y volvió al terreno para el tercer episodio.

Tejada sabe que nadie amo una competencia como Cal Jr. Hay una larga serie de escalones que te llevan desde el terreno del Metrodome hasta el vestuario. Luego de las prácticas del infield, Ripken, con el uniforme puesto, calcularía cuantos saltos le llevaría llegar a lo más alto de las escaleras. A un humano le llevaría aproximadamente 10 saltos. Ripken consiguió el récord del equipo con cinco. Su compañero Brady Anderson lo empató una vez, pero Ripken no se conformó con la marca compartida. Lo hizo nuevamente, pero esta vez en cuatro saltos.

En la noche previa al comienzo de la temporada 1995, en la que Ripken rompió la marca de Gehrig, los Orioles estaban en Kansas City. Muchos de ellos fueron a la casa del ex compañero Rick Sutcliffe para comer algo. En el patio había un aro de básquetbol.

«¿La volcaste? Le preguntaron a Ripken al día siguiente. «Si», dijo. «Jugamos un dos contra dos». ¿ Tenías tus zapatos deportivos? «No», dijo Ripken. «Pantuflas». Jugó un partido de básquetbol en pantuflas la noche anterior al comienzo de la temporada, todo en nombre de la competitividad.

Los Orioles solían jugar a un juego para determinar que jugador podía soportar más dolor, y cual era el que tardaba más en sangrar, inventado obviamente por Cal Ripken – quien obviamente también era el campeón.

«10 minutos antes del comienzo de los partidos», dijo el ex Oriole Ben McDonald, «un par de los muchachos agarraron a Rip y le clavaron los nudillos en sus costillas. Lo tenían atrapado en el piso. Él gritaba ‘¡No! ¡No!’ pero no se rendía. Prefería morir. Al día siguiente yo tenía una gran lastimadura en mi costilla, y él solo un pequeño punto rojo. No puedo esperar a que se termine la racha. Muchos de nosotros lo vamos matar. Pero seguramente no podremos lastimarlo. No le podemos sacar un moretón».

Tejada se lastima como cualquier otra persona. Un día libre es una buena idea para cualquiera menos para Cal Ripken.

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