Mil estudiantes carecen maestros suficientes

Mil estudiantes carecen maestros suficientes

Por MARIEN ARISTY CAPITAN
Con un plantel recién terminado, cerca de trescientas cincuenta butacas y apenas nueve profesores, la mayoría de los mil estudiantes del Liceo Manuel del Cabral se pasan el día tomando una sola «asignatura»: la del pasilleo. Aunque para los profesores la situación es angustiante porque ven con preocupación la suerte que pueda correr el año escolar, ellos apenas pueden turnarse para darle una o dos horas de docencia diaria a cada curso.

Con veinte aulas que atender, los profesores todavía están esperando que la Secretaría de Educación nombre a los maestros que necesitan en este centro educativo que está ubicado en El Almirante. Mientras eso sucede, los alumnos estarán yendo al liceo prácticamente para entretenerse.

Y es que aquí el entretenimiento está asegurado: con casi todas las aulas, dos laboratorios y un salón de actos vacíos es mucho el espacio en el que pueden hablar, jugar de manos, chismear y hasta tirarse una pavita en el suelo (usando la mochila de almohada, por supuesto).

Lo peor de esta «diversión» es que el conjunto de voces adolescentes provocan un ruido demasiado grande, lo que dificulta todavía más la labor de los profesores puesto que los estudiantes a los que pueden darles clases no se concentran.

UNA HISTORIA PARA EL MUNDO

El pasado martes 26 de septiembre la situación del Liceo Manuel del Cabral fue noticia en todo el mundo después que la agencia de prensa AP puso a circular seis fotos en las que se ve a unos niños recibiendo clases sentados y apoyados sobre bloques de cemento.

El periódico HOY publicó una de esas fotografías en la primera página del miércoles 27. Pero la leyenda de la foto, en la que explicaba que los estudiantes carecen de sillas y escritorios, se quedó corta: al visitar el plantel se puede comprobar que las carencias están aquí a la orden del día. A la falta de profesores se une la de las pizarras, las instalaciones sanitarias y los servicios de agua y energía eléctrica. Es que, tal como explicó alguien en el plantel, ellos comenzaron a dar clases en la edificación  antes de que el ingeniero la entregara.

Con mil estudiantes que esperaban recibir docencia, los profesores no dudaron en comenzar a usar el liceo a pesar de que sólo tienen un baño y no les han puesto ninguno de los servicios.  Aunque la situación es incómoda para los estudiantes de las tandas matutina y vespertina, se torna todavía peor en la noche puesto que los muchachos tienen que recibir docencia iluminándose con velas.

Pero no todo es malo, sin embargo, cuando se habla de haber entrado en el liceo antes de tiempo. Es que, tal como indicó un estudiante, gracias a ello pudieron hacer acopio de las «butacas» y «mesas» que hoy utilizan y cuidan como si se tratara de un tesoro: los bloques de cemento.

¿Por qué tenerles tanto cariño? Quien no tiene uno tiene que sentarse sobre el suelo, lo que es todavía peor.

«TIRADOS COMO PERROS»

Recorrer las aulas del liceo es enfrentarse con las quejas de los estudiantes, quienes dicen con dolor que nunca será posible hablar de calidad educativa cuando no se tienen butacas ni profesores. «Tanto que se habla del mejoramiento de las escuelas y nada. La realidad es que no tenemos butacas, no tenemos profesores, no hay mobiliario ni hay pizarras. Tantos millones que cogen para el mejoramiento de la educación y a nosotros no nos dan nada», dijo Massiel Sánchez, del segundo D.

Taína Vargas, del primero C, solicitó formalmente a la secretaria de Educación, Alejandrina Germán, que se apiade de la situación que están viviendo. Pero es la expresión de Josías Jiménez, estudiante de primer curso, la que más llama la atención: «estamos tirados como perros. Nosotros nos sentamos en el piso, no parecemos gente».

Resistiéndose a la realidad de su entorno, Steven Martínez decidió que no se sentará en el piso. Para ello, cada día lleva una silla de plástico a cuestas. Junto a silla, dice, también lleva un sueño: el de poder recibir clases de manera normal.

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