Milagros y la Corriente Unitaria
garantizan triunfo del PRD

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RAIMUNDO TIRADO
Celebrada la Convención del PRD y saboreado el triunfo hasta la saciedad, vistos los comunicados de agradecimiento y la intención unitaria proclamada por los ganadores, ahora hay que poner los pies sobre la tierra, porque los MVP han ganado una batalla pero no la guerra.

Para nadie es un secreto que el partido de Gobierno, y más concretamente los leonelistas, cuentan con cuantiosos recursos que invertirán en su aventura de retener el poder.

Las negociaciones con la Shell, y la captación de recursos de organismos internacionales, reportarán a los sectores gubernamentales unos 1,500 millones de dólares, que equivalen a 53 mil millones de pesos. Agréguese a eso las negociaciones con Verizon, los aportes del Metro, y los miles de millones de pesos captados en exceso de los ingresos nacionales, dentro de un presupuesto que el Gobierno subvaluó adrede para disponer de los excesos que puedan respaldar sus afanes continuistas.

Lo anterior significa que el PRD tendrá que trabajar duro, muy duro, y concretar cuantas alianzas sean necesarias a lo interno y externo de la organización, si en verdad se quiere recuperar el poder, que no será fácil, aunque no imposible. Todo dependerá del manejo y de los movimientos que ejecuten los perredeístas.

Siendo así, los 150 mil votos obtenidos por doña Milagros y la Corriente Unitaria tienen un peso enorme dentro de la contienda electoral que se avecina. Que se obtuvieron porque los que depositaron esos votos resistieron estoicamente esa maquinaria del MVP constituida por casi todos los síndicos y regidores, diputados y senadores y la mayoría de la dirección del Partido en toda la geografía nacional.

Todos sabían que en el sector del compañero Miguel Vargas Maldonado existía la bonanza económica, muchos resistieron la posibilidad de que los cancelaran de los ayuntamientos, o no recibir la ayuda de los síndicos, regidores, y legisladores nacionales. O no contar con la gestión oportuna de los dirigentes para la solución de múltiples problemas cotidianos.

Fueron 150 mil votos que entendieron que doña Milagros representaba una opción real de cambio en el país y a lo interno del PRD, personas que aman a su partido y que se sienten comprometidas con el porvenir de su país. Gente que está esperando la orientación de la doña sobre el camino a seguir, porque confían en ella y en la Corriente Unitaria, que ahora pondrá a prueba el contenido de su nombre: Unidad.

Si se toma en cuenta que Hipólito Mejía, cuando aspiró por primera vez, ganó la Convención Interna del PRD con unos 170,000 votos y un 70%; que en varias elecciones nacionales el triunfo se ha obtenido con una diferencia de apenas 28 mil, o 40,000 mil votos, se entenderá entonces la enorme importancia que tienen doña Milagros y la Corriente Unitaria en este momento estelar de la historia perredeísta.

Siendo así, ya doña Milagros dio el primer paso reconociendo el triunfo del compañero Miguel Vargas Maldonado y la felicitamos de corazón por eso, ahora es al MVP a quien le toca producir el segundo paso, llamando a doña Milagros y los líderes de la Corriente Unitaria para producir un diálogo franco, fraterno, unitario, que lleve concienzudamente al PRD a la recuperación del poder.

Nosotros afirmamos en nuestro artículo anterior que íbamos a trabajar activamente por la unidad del PRD porque había que desalojar del Palacio Nacional a la desgracia peledeísta y eso no fue una pose, sino una intención sincera. Por eso ahora llamamos la atención para que los perredeístas dejen a un lado la resaca del triunfo interno y se preparen para el combate externo.

Todos sabemos que sin unidad no llega el PRD al poder y luce juicioso que podamos aprovechar toda la buena intención y liderazgo de doña Milagros para lograr los objetivos a alcanzar, tanto más si la doña no pretende ser piedra en el camino de nadie, y porque nos parece poco probable que le interese a ella ocupar posiciones en un futuro gobierno perredeísta.

El alerta está dado, ojalá sea recibido en el buen sentido de la palabra. De lo contrario, después no nos quejemos de haber perdido la guerra, regodeados del buen sabor de la primera batalla.

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