Milagrosa literatura

Milagrosa literatura

No se sabe con exactitud si nació en 1906 o en 1907. Una carta, fechada en 1920, dice que entonces Franklin Mieses Burgos tenía 14 años. La carta la escribe Ernesto Bonetti y está dirigida a Juan Bautista Vicini Burgos. En esa misiva Bonetti da cuenta de asuntos domésticos, de negocios, de salud. Entre las cosas que Bonetti cuenta a Vicini Burgos está lo que sigue: “Por aquí seguimos todos bien. Los muchachos de Belica se portan bien. El más cerril de todos es Franklin que a pesar de tener buena cabeza y bastante inteligencia natural no sabe leer a los 14 años y por más que he querido que aprenda aquí en la oficina durante este tiempo que hay vacaciones en las escuelas no ha querido”.
Esta parte de la carta concluye así: “Me he cansado y todo es en vano; me parece que la única manera de conseguir que aprenda a leer y a escribir es poniéndolo interno donde los Franciscanos o en el seminario”. Si Mieses Burgos nació en 1906, tendría en 1920 14 años, como se afirma en el texto transcrito; si nació en 1907, como consta en su ficha biográfica, entonces tendría 13 años. Para todos los fines, da lo mismo 13 que 14; el caso es que este extraordinario poeta fue analfabeto hasta la adolescencia. Debemos suponer que se alfabetizó entre los quince y diez y siete años.
En la antología de la poesía de Franklin Mieses Burgos, publicada en 2007 con motivo de la X Feria Internacional del Libro y el centenario de su nacimiento, aparecen los poemas escogidos en orden cronológico. Los primeros, se escribieron entre 1929 y 1936. Podría decirse que los años 1929 y 1930 están separados por menos de una década de su analfabetismo total. En esa época compuso “Canción de la voz florecida” y “Esta canción estaba tirada por el suelo”.
En el primer poema afirma rotundamente: “Yo sembraré mi voz en la carne del viento/ para que nazca un árbol de canciones./” Al concluir nos dice: “Maravilla sonámbula de un árbol/ crecido de canciones, semilla estremecida/ en la carne florecida del viento:/ -mi voz”. La profecía de su voz poética culmina con “Canción del sembrador de voces”.

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