Milán Lora: homenaje, emoción, entrega

Milán Lora: homenaje, emoción, entrega

Como si fuera un desvío premonitorio, se entra a la Quinta Dominica, no por el frente y la Calle Padre Billini, los trabajos de restauración de la Zona Colonial no lo permiten… Llegamos por el verdor del jardín, y casualmente esta vuelta parece iniciar a “compartir’’ la exposición, con “El Buen Camino”. Así se titula la muestra de Milán Lora”, mucho más que una una retrospectiva, aunque lo es y excelente.

Se trata de un homenaje, y como bien lo dice Virginia Cabral, su esposa, colaboradora, inspiradora, en fin compañera de corazón y de profesión durante muchos años, es un testimonio de amor por Milán Lora, y de Milán Lora, también un testimonio de amor por el arte, que alía y junta la arquitectura, el dibujo, la acuarela, la pasión estética al fin… De hecho, un extraordinario compromiso indisociable.

Entonces, acceder a esta exposición, disfrutar decenas de obras exquisitas, redescubrir y descubrir temas e interpretaciones por un artista muy grande, muy magistral, muy dedicado, nos emociona inconteniblemente.

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La exposición

Hemos tenido la dicha de ver, hace años, obras de Milán Lora y de comentarlas, aunque, según afirmaba Pedro Mir, las palabras no dicen tanto como la creación artística, ni de muy lejos.

La última vez fue con motivo de una exposición de acuarelas en Casa de Teatro, una exposición “a duo”, ya que cada cuadro de Milán estaba acompañado de una verdadera poesía en prosa… de Virginia – ¡quien por cierto habla y escribe hermosamente!-.

Este “buen camino”, que nos lleva por ruta y etapas de Milán Lora, de modo bastante informal – ello nos agrada y envuelve espiritualmente— está señalado por disciplinas y sujetos plasmados magníficamente. Sin embargo, los cuadros carecen de fichas y títulos… No molesta, todo lo contrario.

Estamos mirando y leyendo discrecionalmente, sensibles a los atractivos de cada obra… Otra observación imprescindible es que hay una unidad de calidad, de concepción, de compromiso interior, de técnica, equivalentes cual sea la obra… y esta correspondencia real-maravillosa casi nunca sucede en una muestra.

No hay altibajos… que sean la arquitectura, el paisaje, la gente, los retratos, cada uno encierra la misma seducción, exterior e interior.

Y, cuando insistimos en el compromiso, es que la sensibilidad social, étnica, cultural es obvia, y que la identidad dominicana propone su omnipresencia.

Un camino abierto

Nos limitaremos a un enfoque de síntesis.

La creación dibujística asciende a una escritura propia que interactúa con el color, siempre armonioso, matizado, luminoso -siendo la luz un elemento muy importante, la luminosidad brota de las imágenes-.

Hay a la vez rigor y riqueza, una inspiración compulsiva y una huella de meditación, una unidad de conjunto y una transposición de los detalles, lo que define en particular los proyectos arquitectónicos… y su refinada construcción. Los retratos nos señalan que Milán Lora posee y domina un academicismo personal, adicto a la figuración y a una fuerza tan étnica como expresiva.

La transparencia del color es tal que la acuarela parece impregnar tanto la naturaleza como la arquitectura… y, si varios proyectos arquitectónicos no fueron elegidos, es por su exceso de elegancia y originalidad, en cromatismo, volúmenes y líneas geométricas, particularmente.

Milán Lora trata la naturaleza como si fuera sagrada… con refinamiento, precisión, fluidez, sintiéndose la atmósfera y el aire ligero… La riqueza de sus verdes nos sorprende, y recordamos que un experto francés pretendía diferenciar quinientos tonos de verde. La acuarela de Milán Lora casi lo confirma, con su vegetación mágicamente real y cercana al agua.

La exposición queda abierta, durante muy pocos días, pero el fin de semana espera a un público que se encantará con “el buen camino” de Milán Lora.

Coda

Las palabras de Virginia Cabral son imprescindibles:

“Es tiempo de aceptación, de compartir lo aprendido, de abrirnos a la esperanza, de escuchar el silencio en medio del ruido y sobre todo de AGRADECER… es el AMOR que tiene la última palabra. Toca soltar el miedo y las certezas para atreverse a vivir desde la confianza y el amor”.