En Casa de Teatro. Como parte del aniversario, una muestra diferente
La exposición de Milán Lora coincide con un nuevo aniversario de Casa de Teatro.
Si esa morada de la amistad y la (re)creación fuera un artista, al cumplir 47 años, diríamos que está en su joven madurez…. Ahora bien, Casa de Teatro, que mantiene una juventud renovada y perenne, nos la comunica, puesto que tiene por lema “La Cultura somos todos”.… Más que sus adeptos, nos consideramos sus adictos.
Las acuarelas de Milán Lora y su título “Regreso a la luz” sobresalen como una celebración perfecta en las artes plásticas, y ciertamente Freddy Ginebra ha valorado en esta exquisita muestra un privilegio visual correspondiendo al brillo del cumpleaños, siempre esperado, siempre festejado.
No solamente esta exposición amerita, por sus múltiples cualidades, el comentario desmenuzado de las treinta acuarelas que la componen – lo hicimos en parte para el catálogo- , sino observaciones sustanciales que elevan y distinguen unas imágenes fascinantes.
La primera concierne al autor de las obras, Milán Lora. Es un dibujante excepcional -¡virtud aliada con la arquitectura! – y ahora él se revela un colorista vibrante, sensible, refinado, escogiendo un medio exigente –la acuarela- y un soporte frágil – el papel-.
Luego, nos parece que este homenaje a la naturaleza es muy personal y unifica varios estilos, de un casi romanticismo a lo Caspar David Friederich- hasta una soltura impresionista con una pizca de trémulo expresionismo, todo en versión tropical evidentemente.
Actualmente, aun en los países más dinámicos en arte contemporáneo, adversos a continuar la tradición y entusiastas de los cambios radicales, notamos un retorno al dibujo y a la pintura, desde vigor y actualización de la figura hasta interpretar el entorno con una revalorización de la sensibilidad.
En esta corriente, cabe rehabilitar el paisaje. Así, Milán Lora nos llama a la meditación estética, nos invita a mirar y admirar oleaje, rocas, cascadas, reflejos, tierra, arbolado, monte, neblina, cielo. A decir verdad, esta iconografía deleitable que seduce y tranquiliza la percepción, al mismo tiempo nos recuerda deberes de preservación y protección de la naturaleza.
Este compromiso nunca falta en las acuarelas de Milán. Él nos advierte silentemente que dejemos respirar las plantas, correr el agua, vivir el medio ambiente. Su “Regreso a la luz” es una invocación, una combinación de lirismo y energía: brota una luminosidad irradiadora, rechazando que se apague. También –y tal vez más- el paisajista expresa que el agua es “su” elemento, mágica, emblemática, amenazada, “gritando” a chorros y espuma.
Las armonías del color triunfan, con sus verdes multiplicadores de tonos, con la quietud y la degradación de los azules, con los estallidos del blanco, tan fundamental para la acuarela. Tampoco faltan contrastes y sombras: aquí, aproximarse al negro es otro milagro del color.
La realidad palpita, pero Milán Lora plasma simultáneamente una versión trascendida por su propia identificación, proponiendo visiones interiores, emanación de la vida y los ideales. El paisaje puede ser introspectivo…
Los mensajes, escritos por las pinceladas, se acompañan, en cada cuadro, por una frase, tan sugerente como emotiva, caligrafiada en el “passe-partout” oscuro.
Virginia Cabral, su compañera de vida, ha colaborado. Aunque ella no firma, reconocemos su talento singular, no solamente capaz de trazar una letra hermosa sino también expresar una profesión de fe.
Decía Manuel del Cabral en un poema, “la tierra se te sale”. Así mismo le sucedió a Milán Lora, ¡y muy bien que se le salió!
La frase
Arnulfo Soto
Gracias Milán por ser tan buen artista, gracias a Freddy por ser el mejor anfitrión y gracias de veras a todos ustedes, amantes del buen arte, por apoyar este interesante y gran evento”.