Miles de mexicanos celebran bajo el agua bicentenario de independencia

Miles de mexicanos celebran bajo el agua bicentenario de independencia

Tlacotalpan, México, (AFP) – En Tlacotalpan, un pueblo colonial y patrimonio de la humanidad en el este de México que lleva semanas bajo el agua, sólo un cartel recuerda el festejo del bicentenario de la independencia, mientras Antonio Cruz busca comida para sus hijos que juegan en un charco.  

Como él, cerca de un millón de mexicanos han sido afectados por una temporada de lluvias que el gobierno califica como la más fuerte desde que hay registros y que deja también 25 muertos.

Colgado en una pared del café Colonial invadido por el agua, el cartel con el fondo de la bandera mexicana que invita a «celebrar unidos» ha logrado sobrevir a las inundaciones que obligaron a evacuar a la mayoría de los 8.500 habitantes de Tlacotalpan, el pueblo del compositor de boleros Agustín Lara.  

«Nos dicen que viene el gobernador a celebrar, nos vamos a distraer un tantito de entre tanta agua», dice Antonio, un pescador de 38 años, mientras sus dos hijos juegan en el agua estancada frente a su casa.   Sus muebles -dos camas, un armario y unos pocos electrodomésticos-, cuelgan amarrados del techo para evitar que el agua los alcance.   Antonio recuerda que el agua del río Papaloapán se metió una noche al pueblo y que junto a sus vecinos tuvieron que ayudarse para soportar la fuerza del agua. «Era una corriente muy fuerte, a algunos los alcanzó a arrastar, afortunadamente no se ahogó ninguno».  

Mientras México alista lo que el gobierno llama «la celebración más grande y espectacular» por los 200 años de independencia, a un costo de 40 millones de dólares, en los improvisados refugios en el estado de Veracruz, 25.000 refugiados por las inundaciones, no hay mucho ánimo para celebrar.  

Más de una tercera parte del estado costero del golfo de México fue inundada y según el gobernador Fidel Herrera hay 500.000 afectados. La Comisión Nacional del Agua advierte que en las próximas semanas se preve más lluvia, conforme avance la temporada de huracanes en el Atlántico.  

En otros estados del norte de Mexico, como Chihuaha y Tamaulipas, no es la lluvia la que afecta el festejo. Una decena de ciudades, que se cuentan entre las más golpeadas por el narcotráfico, ha suspendido parcialmente las ceremonias o las harán, en forma extraordinaria, a puerta cerrada.  

A unos metros de la casa de Antonio, un grupo de 28 vecinos de la colonia Nueva se refugia en el segundo piso de la escuela Cuauhtémoc.   «Es una ironía que tenemos tantita agua rodeándonos, y no tenemos agua limpia para bañarnos» dice Tomasa, una corpulenta abuela que dice no recordar unos festejos patrios tan atormentados.   «La última vez que tuvimos una inundación grande fue en 1969, pero creo que esta es mayor porque llegó hasta la escalinata de (la iglesia) San Cristóbal», dice la mujer que junto a sus nietos ya casados, tuvo que dejar las casas que ocupaban en la ribera del Papaloapán.  

Tras el cierre parcial de las compuertas de dos represas, el río ha bajado su caudal y permite que emerjan algunos puntos del casco histórico de Tlacotalpan como la plaza principal.   Allí soldados de la marina limpian el barro y acondicionan para la celebración del «grito de independecia».

Tradicionalmente esta se hace a la medianoche pero Tlacotalpan, se hará un pequeño acto hacia el mediodía.  

No se esperan muchos asistentes. Menos de mil personas siguen en el pueblo, la mayoría para salvaguardar sus pertenencias ante los rumores de saqueo.   En una esquina, un viejo letrero semisumergido aún deja leer con letras grandes: «Nunca me iré de mi pueblo».

No lejos el pequeño puente García, construido en 1857, según reza una placa, ha soportado estoicamente las corrientes.   

Al cruzarlo es difícil creer con toda el agua que lo rodea, que Tlacotalpan fue alguna vez un pueblo sobre tierra firme.  

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