Militares brasileños ponen en práctica en favelas su experiencia en Haití

Militares brasileños ponen en práctica en favelas su experiencia en Haití

RIO DE JANEIRO, (AFP) – Las favelas de Rio de Janeiro se parecen mucho a los barrios de Puerto Príncipe: casas precarias, saneamiento escaso y violencia asociada a la falta de oportunidades. Con la experiencia de estabilizar Haití a cuestas, los militares brasileños que ocuparán el Complexo do Alemao, al norte de Rio, saben que esta nueva misión será mucho más difícil.  

 «En Haití enfrentamos pandillas que no eran tan estructuradas en términos de poder de fuego, de osadía, en términos numéricos», como los grupos criminales que controlan algunas de las mayores barriadas pobres de Rio, explicó a la AFP el general Fernando Sardenberg, quien comanda la Brigada de Paracaidistas de Infantería responsable de apoyar el accionar policial en el lugar.  

 Esta Brigada constituyó el grupo de avanzada brasileño que desde 2004 actúa en Haití bajo el paraguas de la ONU, en la Fuerza de Estabilización de Naciones Unidas. De sus 800 miembros que hacen parte del operativo en Rio, 60% estuvieron en Haití, cumpliendo tareas de seguridad pública, entre otras el patrullaje de la capital, Puerto Príncipe.   El ‘Alemao’, compuesto por 15 favelas, está bajo control del Estado desde el domingo, cuando efectivos de la Policía invadieron el lugar con apoyo militar, en busca de cientos de narcotraficantes que habían desatado una ola de incendios de vehículos y ataques a puestos policiales en la ciudad, que se saldó con 37 muertos en una semana.  

 Los militares aseguran «el cerco», el perímetro que rodea esta zona habitada por un número de pobladores que según distintas estimaciones oficiales podría ir de 150.000 a 400.000.   En Haití «el terreno no era tan difícil como el que tenemos aquí», por su geografía y porque Rio está «densamente poblado», recordó Sardenberg, comparando las accidentadas laderas de las favelas con los barrios planos e inundables de la capital haitiana, donde se concentró la acción de las tropas brasileñas de la ONU.  

Aquí el ambiente, en términos de condiciones (de vida) es mucho mejor. En Haití la gente no salía a las calles. Había cuerpos tirados. Nada funcionaba», recordó sobre el escenario en el país caribeño luego de la caída del gobierno de Jean Bertrand Aristide en medio de sangrientos enfrentamientos.   En Haití, las tropas brasileñas estuvieron en la línea de frente del combate a pandillas que en aras de sus simpatías políticas y sus negocios con la droga, procedían a linchamientos en la vía pública y aterrorizaban barrios enteros.  

 El país salió de ese caos para ser luego devastado por un terremoto que dejó 250.000 muertos a comienzos de 2010, y ahora por una epidemia de cólera que deja más de 1.700 muertos. Sigue siendo la nación más pobre de las Américas: el 80% de la población vive con menos de 2 dólares por día.   En Rio de Janeiro, la violencia en un escenario de falta de oportunidades para los jóvenes, tiene su origen en un «Estado que estuvo ausente durante años» del control de las favelas y liberó el espacio para que los traficantes de drogas impunemente hicieran y deshicieran a su antojo, señaló el militar.  

 Como otras favelas, el ‘Alemao’ «es un lugar aislado dentro de Rio de Janeiro» y «los delincuentes, conocedores de esto, (transformaron) esto en un búnker realmente», resumió el general.  

 Ahora el proyecto del gobierno es que la presencia de los militares en el Complexo do Alemao sea por tiempo indefinido.  

El presidente Luiz Inacio Lula da Silva dijo que los militares se quedarán «todo el tiempo que sea necesario para garantizar la paz» y señaló que si hace falta enviar más tropas a la zona, lo autorizará.   Según el gobernador de Rio, Sergio Cabral, la presencia de los militares -que fueron desplegados por primera vez en una operación de este tipo-, es necesaria para que la Policía «pueda continuar haciendo el trabajo de inteligencia» en esas zonas marginales.  

La policía no tiene efectivos suficientes para desplegarse en el ‘Alemao’ y además atender el resto de la ciudad. Y todavía no terminó de construir puestos policiales fijos en las favelas, llamados Unidades de Policía Pacificadora.  

 El gobierno del Estado planea contratar 7.000 policías rápidamente, pero hasta entonces, el operativo dependerá en buena medida de los militares.   «Si la permanencia es mayor, vamos a tener que hacer otras instalaciones, particularmente de inteligencia, de operaciones y logística», resumió Sardenberg.   El militar señala que «será un tiempo considerable que va a interferir mucho con la actividad principal» de la fuerza, pero, enfatizó: «Si esto no es mantenido, esto vuelve a ser lo que era».  

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