Harare. Las fuerzas armadas de Zimbabue se posicionaron este miércoles en la capital del país, Harare, durante una operación destinada, según afirmaron, a eliminar a los «criminales» del entorno del presidente Robert Mugabe, en el poder desde hace 37 años.
Vehículos blindados del ejército controlaban por la mañana los accesos al parlamento, a la sede del partido gobernante, el Zanu-PF, y a las oficinas en las que el jefe del Estado suele reunir a sus ministros, constató un periodista de la AFP en Harare.
La entrada en escena de los militares se produce en medio de una crisis abierta entre Mugabe y el jefe del Ejército, Constantino Chiwenga, tras la destitución del vicepresidente Emmerson Mnangagwa, durante mucho tiempo considerado como su delfín.
«No se trata de una toma del gobierno por militares», aseguró el general Sibusiso Moyo al leer una declaración transmitida en vivo por la televisión estatal.
«Queremos asegurar a la Nación que su excelencia el presidente (…) y sus familiares se encuentran sanos y salvos, y que su seguridad está garantizada».
La proclama castrense intervino poco después de que se escucharan disparos en los alrededores de la residencia del mandatario en Harare. Mugabe, de 93 años, dirige Zimbabue con mano de hierro desde la independencia del país en 1980.
Anunció que volverá a presentarse en 2018 para un nuevo mandato al frente de este país sacudido por una grave crisis económica y financiera. «Nuestro objetivo son criminales de su entorno, que están cometiendo crímenes», dijo el general.
«No bien cumplamos con nuestra misión, esperamos que la situación regrese a la normalidad», agregó. El tiroteo se produjo después de que se observara la presencia de un convoy de blindados circulando en las inmediaciones de la capital, alimentando rumores de golpe de Estado.
«Poco antes de las 02H00 de la mañana (00H00 GMT) escuchamos entre 30 y 40 disparos durante tres o cuatro minutos procedentes de su residencia», dijo a la AFP un vecino residente del barrio Borrowdale.
Señal de la tensión imperante, la embajada de Estados Unidos en Zimbabue había recomendado a sus ciudadanos permanecer en sus casas a causa de la «incertidumbre política».
El Foreign Office británico indicó por su parte estar al tanto de «informes de movimientos de vehículos militares en las inmediaciones de Harare» y dijo seguir muy de cerca la situación.
Rivalidades y traiciones. El partido de gobierno en Zimbabue había acusado el martes al jefe del Ejército de «conducta traidora» después que éste lanzase una advertencia a Mugabe tras la destitución del vicepresidente, en un contexto de creciente inestabilidad.
El partido ZANU-PF de Mugabe criticó al general Chiwenga, quien había pedido al mandatario «parar» las purgas de importantes personalidades del partido, entre ellos el vicepresidente Mnangagwa destituido la semana pasada.
En un comunicado, el portavoz del partido dijo que las declaraciones de Chiwenga estaban «claramente calculadas para perturbar la paz nacional (…) y sugieren una conducta traidora por su parte con intención de incitar a la insurrección».
El movimiento de vehículos militares generó alarma entre los residentes de la capital, ya que Chiwenga había advertido que los militares se disponían a intervenir.
«Cuando se trata de proteger nuestra revolución, los militares no dudaremos en intervenir», había dicho en una rueda de prensa el lunes. Según el analista Derek Matyszak, del Instituto de Estudios de Seguridad (ISS) de Pretoria, «es muy poco frecuente ver tanques en las calles» en Zimbabue. «Chiwenga desafió a Mugabe (…) está claro que estamos ante una situación nueva».
Mugabe es el decano de los jefes de Estado en activo. Bajo su régimen autoritario, el país africano se empobreció y desde principios de los años 2000 lidia con un desempleo masivo (cerca del 90% de la población activa) y falta de liquidez que retrasa el pago de salarios a los funcionarios.
Mnangagwa chocó en varias ocasiones con la primera dama, Grace Mugabe, de 52 años, considerada su principal rival para suceder a su anciano marido en la presidencia.