Milvio Pérez, Un fotógrafo que desafió el peligro en busca de imágenes para la historia

Milvio Pérez, Un fotógrafo que desafió el peligro en busca de imágenes para la historia

POR ÁNGELA PEÑA
Los momentos más candentes de la historia dominicana, desde la caída del trujillato hasta pasada la revolución de abril, fueron detenidos por su cámara Pentax. Por eso sus fotos no sólo recorrieron el mundo en las primeras páginas de diarios nacionales y extranjeros, también están obligatoriamente en los libros que narran el acontecer de esos días.

Milvio Pérez, sin embargo, es más que un fotógrafo perseguidor de la acción que desafió el peligro de la guerra y de la represión arbitraria en las manifestaciones políticas. Es un revolucionario que quiso dar a conocer al mundo, a través de imágenes impresionantes, la situación de injusticia y coerción que padecían los dominicanos en esos años convulsos, lo que motivó que fuera allanado su popular estudio de la Arzobispo  Nouel 37 y él perseguido cuando al activista haitiano Daniel Sansarix le ocuparon una tarjeta son su dirección y número de teléfono.

Manuel Aurelio Tavárez Justo es su líder inolvidable. Con él, Ramón Francisco Carvajal Martínez, Leandro Guzmán, Juan Miguel Román “y Manolito Betancourt, que era como la mascota de Manolo”, recorrió el país. Eran inseparables. Se enorgullece al expresar que “todas las fotos de Manolo, todas, sin excepción, las tomé yo”. Pertenecía al Movimiento Revolucionario 14 de Junio, del cual era Tavárez Justo máximo dirigente, y le acompañó en sus actividades políticas, menos en la guerrilla de 1963. “Me opuse porque pensaba que ese movimiento tenía que ser urbano, irse a las montañas era inmolarse. Y así fue”, dice. No obstante, para él Manolo es el político más importante de aquella época, “abogado, con formación política, sereno, calculador, claro, con una convicción revolucionaria inigualable. Con él nos llevaron a medio país”, manifiesta. Proyecta publicar un libro gráfico del 14 de Junio.

Milvio Pérez se lanzó por primera vez a las calles con su cámara en 1961, porque su espíritu inquieto y previsor no podía dejar pasar inadvertidos la persecución y los desmantelamientos a espías y calieses del trujillismo. De la calle Braulio Álvarez se trasladó al Conde y estuvo presente también en la Universidad de Santo Domingo cuando comenzaron a caer bustos, estatuas y tarjas del tirano.

“Me fui destacando. Comencé a darle fotos al Chino Ferreras y algunos periódicos de fuera”. Cubrió el histórico juicio a los asesinos de las hermanas Mirabal y recorrió las islas Saona y Beata a bordo de la Fragata 105 “con el mayor Stridels”, localizando presos políticos de la llamada “Era”. Estuvo al lado de familiares de antitrujillistas desaparecidos empeñados en identificar los cadáveres de sus parientes. Su cámara siguió el curso de todos los acontecimientos públicos posteriores. Retrató al Presidente Bosch en campaña, en la toma de posesión, en su mandato. El 24 de abril de 1965 se preparaba a inaugurar su librería Cultura, C. por A., especializada en propaganda rusa, “como libros de Nikita Kruschev, La mujer soviética, Novedades de Moscú y otros”, cuando estalló la guerra. “Ya los corresponsales de prensa extranjera iban a donde mí a buscar fotos, San Juan Review, dos periódicos de México tenían acreditados aquí sus representantes”, cuenta recordando a la periodista chilena Florángel Cárdenas, su más asidua visitante.

El fotógrafo de abril

Milvio Bernardo Pérez Pérez nació en Río Verde, Cutupú, La Vega, el 26 de mayo de 1939, hijo de María Cleotilde Pérez y Bernardo Pérez García, quien prefirió alfabetizarlo él personalmente para que en la escuela no le enseñaran a decir “Viva Trujillo” al izar la bandera.

Comenzó a enamorarse de la fotografía enviando las poses que tomaba con una camarita de cajón a un “embullo” que dejó en Gurabo al Medio, Santiago, y que revelaba en la Foto China, en la avenida San Martín donde pasó a ser empleado del dueño. Luego instaló su propio cuarto oscuro en la María Montez, El Dorado, hasta que se trasladó a la zona colonial que lo lanzó a la fama por sus gráficas de la contienda bélica de abril.

“Al matar a Manolo dejé el 1J4 y pasé a ser miembro del Partido Socialista Popular con José Israel Cuello, Asdrúbal Domínguez, Luis Gómez Pérez, Edmundo García, Ariosto Sosa, Delta Soto, Nicolás Pichardo, Edna de Mesa, Manuel Escobar, Del Orbe, los hermanos Doucudray”. El primer personaje que retrató después del estallido, recuerda, fue a Silvano Lora en la incineración de Prensa Libre, en El Conde esquina Espaillat.

A esa siguieron las protestas, los desfiles, mítines, tiroteos y la novedad de los hombres rana. Su cámara estuvo en acción “cuando quemaron las oficinas de Ángel Severo Cabral, en la Padre Billini”; en el momento en que un interventor yanqui asesinó a Feliciano Matos porque se negó a recoger basura; en el ametrallamiento a los estudiantes en el Palacio Nacional; el día de la entrada de los marines a Ciudad Nueva; en el asalto al hotel Matum, de Santiago, y Milvio Pérez fue, además, el que retrató a casi todos los revolucionarios para su identificación constitucionalista por lo que el escritor cubano Antonio Llano Montes lo puso en la lista de comunistas de su libro Barricada.

Entonces la figura de quien estuvo más cerca, día tras día, fue Manuel Ramón Montes Arache, por eso pudo retener en el tiempo cada movimiento suyo y de sus famosos hombres rana, recogiendo las lamentables muertes de André Riviere e Illio Capocci, sus lugartenientes. “Aunque iba a visitar todos los días a Caamaño al edificio Copello, pasaba más tiempo con Montes Arache, Lachapelle, Cabito Gautreaux, Euclides Gutiérrez, Héctor Aristy, Lora Fernández, Manolo González, Alberto Malagón…”. Empero, son muchas las imágenes del ex Presidente Constitucionalista en mítines, marchas, desfiles, firmas de acuerdos, tiroteos, reunido o caminando junto a sus colaboradores de confianza…

De la revolución no sólo sacó el mayor número de fotos sino una herida en el muslo derecho en el ametrallamiento al Palacio Nacional el ocho de febrero. “De donde no pensaba que saldríamos vivos fue del Matum. Si no es por Montes Arache y sus hombres rana, no estuviéramos contándolo”. El superior de este cuerpo lo envió a las cinco de la madrugada a presidir la caravana porque su vehículo decía “Prensa-Press”, “y yo los llevé hasta Santiago”, narra Milvio Pérez que entonces era un decidido joven veinteañero. “Comenzando el tiroteo en el cementerio tiré mi primera foto de acción cuando sacaban a Caamaño que estaba frente a la tumba de Fernández Domínguez. Fuimos a desayunar al Matum y volvieron de nuevo los tiros. Estaba al lado de la periodista Aleyda Fernández y oí cuando Caamaño le dijo a Montes Arache: “¡Tranquilos, esto es una provocación!” pero ahí ¡boom, fuego!”, comenta. Recuerda que Montes había desobedecido la orden de sólo llevar el arma de reglamento y mandó a colocar las largas en los baúles de los vehículos. “En la misa,  Caamaño se dio cuenta y él le dijo: “¿tú te crees que esta vaina terminó?”.

Milvio no es sólo testimonio gráfico. Cuenta también relatos vívidos de lo acontecido y cita a casi todos los actores, testigos, protagonistas, víctimas inocentes de ese y otros hechos. “Pedrito Russo, Manolo Bordas, Peña Gómez, Amaury Germán, Ibarra Ríos, Alfredo Manzano, Guido Gil, Núñez Noguera, Sucre Félix, Piky Lora, Peña Taveras, Antonio Guzmán, García Germán, Jottin Cury, Brinio Díaz, García Godoy, Salvador Jorge Blanco, están también en sus fotos y remembranzas. Uno de los momentos más ardientes capturados por su cámara fue cuando el cónsul americano se acercó a Caamaño en Santiago para sacar de la localidad a los ciudadanos de su país. “Sin que siguiera hablando, Montes ordenó: ¡tránquenlo!”. Era nuestra garantía de seguridad”, expresa.

Pérez está casado con Juana Mercado, madre de sus hijos Janell, Milvio y Bernardo. Abandonó la acción al llegar Balaguer a la presidencia pues se dedicó a hacerle oposición como integrante de una célula de la izquierda. Pero se ha mantenido al tanto de los adelantos fotográficos, siguiendo el devenir, y firme en sus principios revolucionarios. Piensa que “hasta que no desaparezcan los americanos, el mundo no será libre, porque cualquier movimiento para reivindicar un país, ellos lo tronchan”. Igual opina de los curas.

Sus fotos son, por sobre todo, el testimonio más fiel de sus desvelos de igualdad e inquietud por preservar en gráficas la historia. “Fidelio Despradel y una hija de Luis Gómez dicen que soy el fotógrafo de los años luz”.

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