“Ser sustentable no es sólo lavar las culpas ni sólo cuidar el medio ambiente, sino ser socialmente justo, responsable con el ambiente y, por lo tanto, también económicamente viable”- Cecilia Goya de Riviello, Directora General de Natura.
Por: B. Génesis Rodríguez
Para algunos autores, minería y sostenibilidad son dos conceptos contrapuestos que no pueden coexistir, en el entendido de que, por definición, minería es la extracción de recursos naturales no renovables, lo que inmediatamente negaría la posibilidad de una minería sostenible, existiendo solamente diversas formas de hacer minería: unas de alto impacto, por su efecto destructivo sobre el medio social y natural, y otra de bajo impacto.
Ahora bien, como contrapartida de este argumento, teniendo en cuenta que aún no existen alternativas completamente viables para sustituir la minería, se ha planteado el concepto de minería sostenible, que según el gobierno australiano se refiere al “desarrollo de los recursos minerales y energéticos de un país, en tierra y en alta mar de una manera que se maximizan los beneficios económicos y sociales al tiempo que minimiza los impactos ambientales de la minería”.
Este concepto viene a cambiar la visión tradicional de la minería como una actividad ajena a prácticas ambiental, social y económicamente responsables. Y es que, los esfuerzos de las industrias extractivas, sus proveedores y los gobiernos han hecho posible que en los últimos años el mundo haya atravesado por una gran transformación en cuanto a la actividad minera.
La puesta en marcha de diferentes prácticas en la actividad minera que reducen su impacto ambiental permite defender la idea de que la implementación de tecnologías y prácticas sostenibles en la explotación minera pueden tener un efecto positivo y significativo en las implicaciones sociales, económicas y ambientales de esta actividad. Más concretamente, los avances tecnológicos, unido a una exigente legislación y una visión de sostenibilidad y responsabilidad social, han permitido que la industria minera optimice de forma sustancial sus prácticas, minimizando sus impactos negativos, al enfocarse en aspectos tales como el adecuado uso del suelo, la disminución de residuos, tratamiento de aguas residuales, el uso de la energía, y el cierre sostenible de minas.
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En lo que respecta a la República Dominicana, todo plan, proyecto, obra de infraestructura, industria o actividad a ejecutarse en suelo dominicano requiere, previo a su ejecución, contar con autorización, expedida por el órgano competente, en este caso, la de minería, y una autorización ambiental solicitadas por ante el Ministerio de Energía y Minas y el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la República Dominicana, respectivamente, las cuales a su vez están sujetas a una serie de requisitos de los cuales depende la expedición de estas, según el tipo de minería de que se trate, ya sea minería metálica o no metálica.
Este requerimiento de autorización previa está fundamentado en nuestro ordenamiento jurídico vigente desde la Constitución, la cual en su artículo 17 se refiere al aprovechamiento de los recursos naturales no renovables a partir de yacimientos mineros, estableciendo que “[…] sólo pueden ser explorados y explotados por particulares, bajo criterios ambientales sostenibles, en virtud de las concesiones, contratos, licencias, permisos o cuotas, en las condiciones que determine la ley. Los particulares pueden aprovechar los recursos naturales renovables de manera racional con las condiciones, obligaciones y limitaciones que disponga la ley […]”.
Como vemos, de todo lo anterior se extrae que el concepto de minería sostenible no es más que la capacidad de permanecer con una mirada de futuro, satisfaciendo necesidades actuales, pero sin que ello suponga poner en riesgo las condiciones presentes y futuras. Es así como desde la minería, la única forma de que tanto la actividad extractiva como el concepto de sostenibilidad puedan converger y formar parte de una cadena de valor, es apuntando a una visión integral de desarrollo, donde las empresas mineras se enfoquen en gestionar su negocio con eficiencia, involucrando siempre a su entorno (social y natural), y gestionando los riesgos subyacentes.
En la República Dominicana hay una serie de empresas mineras que son ejemplo de esto. De manera que podemos concluir este breve pasaje deseando y augurando que cada día sean más las empresas del sector minero que implementen mejores prácticas que hagan de sus operaciones, actividades económica, social y ambientalmente responsables y sostenibles.