Miradas Paralelas

Miradas Paralelas

Un libro de poemas no es más que un pretexto para la resurrección. En su interior corren en forma de anagramas los avisos urgentes y las tramas salvadoras” (Luis Beiro, Listín Diario). Inicio este conversatorio con ustedes con juicios de un experto en la crítica, como una forma tal  vez de pedir perdón a los amables lectores por la valentía a la que hoy me atrevo, en razón de comentar esta bellísima obra, reforzado por igual por el hecho  de ser buen amigo  del poeta José Mármol y del español Ángel Martínez.

Esta obra de poemas y fotografías resume dos de mis preferencias, la poesía de la que soy un  cultor  neófito, pero persistente, y la fotografía que practicamos como segundo hobbie después de la música desde hace ya un buen tiempo. La lectura no cuenta, pues es adicción.

En esta obra, la relación entre la poesía y la fotografía, se pudiera decir que tienen un principio de reciprocidad, de curiosa cooperación y llegaríamos a pensar que de desafío, cuál es más bello si el estímulo visual o la palabra hablada. Tal vez esa simbiosis que disfrutamos en la obra, tenga la explicación en los principios del mundo, cuando la morada terrestre era todavía una incógnita para el hombre y el pensamiento humano no estaba tal vez más allá de las columnas de Hércules, habitando en lugares misteriosos y bellos que ocultaban tesoros incalculables y que se identificaban frecuentemente con el paraíso o el cielo. El primer poema de la obra “Me sostengo del aire: El eclipse es del ojo no de la mirada/ Sombra ilusa que cede al ruego de la luz/ Del pretiempo hasta hoy dominan las tinieblas/”, a su lado la foto de un rojizo atardecer en Costa Rica, tiene en su  caleidoscopio rojo-naranja-negro, la fuerza del mismo sol no queriendo morir.

Uno de los aspectos relevantes de la poesía contemporánea es su repudio del mundo, su exaltación de la ausencia. En ella, el hombre aparece desarraigado y desposeído. De manera que la historia de la poesía contemporánea – en su mayor parte – es la historia de una desposesión. Esta obra “Miradas Paralelas”, la combinación de un poeta y de un  amante militante de la fotografía, más bien un poeta gráfico, donde sí se alaba la gracia de este infinito, pues nos hace viajar nostálgicamente sin visado desde América, a la selva africana, a la romántica Europa, en fin, al cielo mismo. Lo hacen con un lenguaje con vigencia actual, combinando lo policromático de las gráficas con las maravillas resolutas de un bardo sabio.

Somos de opinión que esta obra es una auténtica recreación del universo mismo lograda por medio de imágenes hermosas y transparentes, esas que nos hacen pensar más bien en la poesía japonesa. Lejos de nuestra intención de definir la poética de Mármol, de lo cual no nos sentimos en lo más mínimo capaces, eso lo dejamos a los críticos expertos, pero nadie me puede impedir el disfrute  de esta bella obra y asumirla como mía, como si la hubiera parido yo, y la considere como poemas propios, visuales, como una colección de estampas que componen e integran una autobiografía apasionada y nostálgica, esas cosas que recrean el espíritu, de esas que van más allá de los dogmas y las creencias que hemos inventado los hombres para convivir, esa condición pasajera de disfrute excelso, esa en mi íntima conciencia  nadie me la puede regatear, es este libro una combinación escrita en lengua de resplandores, el que he disfrutado.

A mi humilde entender compararía al poeta José Mármol a un Vallejo, Huidoro, Neruda, o un  Octavio Paz, y al fotógrafo español como un Henri Cartier-Bresson, pues me han producido como ellos iguales deleites con esta obra de increíble tersura, combinada con soles, verdores, espumas, cielos y con el amor al cosmos en general, por tanto, no puedo yo menos que recomendarla.

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