Mirando al Caribe y enderezando la tortícolis comercial

Mirando al Caribe y enderezando la tortícolis comercial

Estados Unidos ha sido, es y debe seguir siendo, un aliado estratégico esencial para la República Dominicana cuando menos durante los próximos treinta años. Imaginar lo contrario es un absurdo. El país debe trabajar para ser capaz de incrementar sustancialmente el monto de su flujo comercial con esa nación, intentando convertir en realidad los sueños que motivaron el DR-Cafta, pero debe hacerlo buscando forjar una relación creciente aunque cada día menos dependiente. José Martí advertía hace más de 120 años que la dependencia comercial conlleva dependencia política. Lograr eso pasa, ineludiblemente, por el camino hacia el Caribe. Resulta inexcusable que la RD no haya recuperado su rol de “granero del Caribe”. Lo he señalado en múltiples ocasiones desde esta columna como también he señalado que nuestro gran diagnóstico médico-empresarial es la “tortícolis norteña”, en referencia a esa actitud histórica – quizás derivada de un viejo “complejo” – de mirar solo hacia el “Norte”.
Sí, apuntaba líneas atrás, que debemos tratar de incrementar los nexos con la economía estadounidense pero de manera que si ese volumen de intercambio comercial lo logramos multiplicar por diez, algo similar debiéramos intentar con Europa, aumentemos por treinta nuestro flujo comercial con el resto del mundo para hacer realidad aquello de “comercio creciente pero menos dependiente”.
El ministro Peralta ha informado en un reciente discurso ante la Asociación Dominicana de Exportadores la decisión del Gobierno de trabajar para relanzar los vínculos comerciales hacia el Caribe. Por un tiempo, décadas atrás, el país fue un punto relevante para el Caribe. Hay que retomarlo aceleradamente. Enfocándonos solo en el Caribe Insular tenemos una población de alrededor de seis millones de habitantes – en el conjunto solo de CARICOM – al que llegan unos 20 millones de turistas. Se trata de pequeños territorios – las islas más grandes son Jamaica y Trinidad & Tobago – en su mayoría de origen volcánico, en consecuencia montañosas, donde la potencialidad de su agropecuaria es ínfima, teniendo que importar una parte esencial de los insumos que demanda el sector turístico por lo que importan miles de millones de productos alimenticios de los que una buena parte los puede suministrar, con grandes ventajas competitivas por calidad, idoneidad y cercanía, nuestro país. He escrito y dicho en múltiples ocasiones que mientras la RD no asuma el papel económico comercial que le corresponde al país no se podrá decir que estemos realmente en el camino del desarrollo. Tanto el Caribe insular como el Gran Caribe – además de todas las islas, Centroamérica, Colombia, México y Venezuela – constituyen nuestro entorno natural. El potencial no es solo comercial, aunque este es extraordinario, sino que además debemos acabar de emprender las acciones para constituirnos en el gran hub comercial de la región facilitando un comercio más rentable a los que debemos forjar como nuestros socios estratégicos vitales. Asumamos nuestro potencial de centro regional para recepción y distribución regional de carga. Convirtámonos definitivamente en socios claves reconociéndonos como vecinos cercanos.

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