Mirando mejor a los animales

Mirando mejor a los animales

(En memoria de un perro desconocido, muerto accidentalmente bajo las ruedas de mi vehículo la madrugada del 2 de julio como consecuencia directa de un apagón y una llamada telefónica asquerosa)

Una publicación realizada en los años 70 por «Selecciones del Reader’s Digest» titulada «Atlas del Mundo Animal», constituyó para esa época un recurso de consulta de inestimable valor y síntesis, tanto por lo actualizado de sus informaciones como por la facilidad y organización con que se exponían.

En esa publicación, en el título «El Despertar de la Zoología», se hace alusión a la relación entre los animales y la magia de la siguiente manera.

«Los bestiarios que se publicaban en Europa hace pocos siglos copiaban a los clásicos y añadían errores e interpretaciones de su propia cosecha. Reflejaban la idea de que a cada animal le correspondían ciertos atributos místicos y de que su presencia en la tierra servía de ejemplo al hombre, o de materia prima para pociones mágicas.

«Con el renacimiento comienza el estudio directo del mundo que nos rodea. Leonardo de Vinci (1452-1519) realiza magníficos y fieles dibujos anatómicos que empiezan también a utilizarse en la moderna zoología y en la botánica. A partir de entonces, ambas ciencias tienden a converger para formar la biología, o estudio de la vida. Las dos se ocupan de los organismos vivientes, todos ellos con numerosas propiedades comunes, como el crecimiento, la regeneración, la capacidad de respuesta a factores ambientales y la reproducción, etc.

«Entre los organismos superiores y la materia inerte media un gran salto. Esta diferencia resulta menos acusada entre la materia inerte y los seres vivos más sencillos, los virus. El biólogo contemporáneo espera que la línea divisoria entre lo vivo y lo inerte se vaya difuminando si, como afirman los científicos, la vida surgió de sustancias minerales.»

Pero no obstante lo dicho por científicos y los sustentadores del materialismo filosófico, una gran cantidad de información recopilada entre las diversas culturas del planeta, principalmente las más antiguas culturas aborígenes, apuntan hacia un reconocimiento del animismo tanto hacia los animales como hacia los fenómenos naturales, reconocimiento que actualmente gana adeptos tanto más se pierden especies animales y vegetales y se convierten en catástrofes lo que antiguamente no eran más que ocurrencias naturales comunes.

Chamanes, brujos y sabios de las distintas escuelas de la magia y las culturas antiguas y actuales empuñan su defensa y la de los animales que la representan, puesto que parece ser la magia el punto de encuentro entre lo vivo y lo inerte. Así, un perro que muere violentamente puede transformarse en una ruptura mágica para un bien o para un mal que puede alcanzarnos a muchos.

[b])Cómo se clasificaron los organismos?[/b]

A medida que aumentaba el número de organismos estudiados y descritos, se hacía cada vez más necesaria su clasificación. Después de varios sistemas de clasificación propuestos, se impuso el del naturalista sueco Karl Von Linné, o Carolus Linnaeus (1709-78), quien dio nombre a cada especie y ordenó las plantas y los animales en grupos basados en los rasgos físicos comunes. Los principales grupos taxonómicos usados hoy día son:

Reino: Agrupación máxima que reúne por un lado todas las plantas superiores, y por otro lado a todos los animales.

Filum: La más amplia subdivisión de los reinos. Ejemplos de filums (phyla) son los cordados (incluyendo vertebrados y otros animales afines), o los moluscos (animales de cuerpo blando generalmente con concha, entre los que figuran los caracoles, almejas, ostras y pulpos).

Clase: División inmediata de los filums. Así, la clase mamíferos, la clase reptiles, o la clase aves son divisiones del filum cordados.

Orden: División de la clase. Ejemplos, orden passeriformes y orden galliformes, ambos pertenecen a la clase aves.

Familia: división del orden. Dentro del orden passeriformes se distinguen, entre otras muchas, las familias córvidas, aláudidas e hirundínidas.

Genero: Entidad inferior a la familia. Así, las aves del género Corvus pertenecen a la familia córvidas.

Especie: Entidad inferior al género. La gaja, la grajilla, la corneja y el cuervo, por ejemplo, son especies del género Corvus.

Es difícil dar una definición general de especie, pero se suele aceptar que, si dos animales se cruzan libremente en estado silvestre y tienen descendencia fértil, pertenecen a la misma especie.

[b]Otras categorías[/b]

A veces se utilizan también otras categorías complementarias, tales como tribu y raza, y se consigue una mayor flexibilidad en el sistema con la intercalación de otras categorías, designadas como subfilum, superfamilia, infraclase, etc.

El sistema linneano sigue vigente para la nomenclatura de las especies. En esencia, se basa en que sólo debe regir un nombre científico inequívoco para cada especie, formando por dos palabras, una que indica el género y otra la especie. Así, el gato montés es Felis silvestris (especie silvestris dentro del género Felis). Convencionalmente, todo nombre científico se escribe en cursiva, y la palabra del género debe comenzar con letra mayúscula.

El moderno sistema de clasificación de los animales constituye, además de un catálogo de nombres, una condensación ordenada que permite deducir inmediatamente sus relaciones mutuas. El sistema sufrió un cambio profundo con el advenimiento de la teoría evolucionista, que arranca sobre todo de Charles Darwin (1809-82), autor de «El origen de las Especies», obra publicada en 1859 en la que se explica el origen de todos los organismos a partir de otras formas de vida preexistentes, como efecto de la selección natural.

[b]La adaptación al medio ambiente[/b]

La teoría de la selección natural que propuso Darwin ha resistido la prueba del tiempo. Sus puntos de vista fueron corroborados por la obra de otros autores, entre los que se encuentran Gregorio Mendel (1822-84), monje moravo que investigó la herencia de los guisantes y estableció la base de la genética. Aunque se siguen discutiendo los detalles de la teoría darwinista, ésta ha sido generalmente aceptada. En todo caso, la teoría vino a cambiar la postura del zoólogo.

Los principios darwinistas de la variabilidad de las poblaciones y de la supervivencia del mejor adaptado llevaron a postular que la adaptación es una consecuencia inevitable de la existencia misma.

Cada especie está perfectamente adaptada a su peculiar modo de vida, y en función de esta adaptación es posible explicar todas las diferencias descritas por anatómicos y fisiólogos. Durante los últimos cien años este descubrimiento incrementó el interés por los organismos vivos, pasando a segundo término los ejemplares muertos de colección. La única manera de conocer hasta qué punto ha llegado la adaptación de los seres vivos consiste en estudiarlos en su medio natural.

El estudio de los organismos en relación con su medio recibe el nombre de Ecología, término que deriva del griego oikos, «casa». Todos los animales silvestres están adaptados a su medio ambiente, el cual se define por factores tales como pluviosidad, temperatura, etc., y por la vegetación y los restantes animales convivientes.

Los animales deben estar adaptados para comer, resistir los parásitos y reproducirse por sí mismos. Y todos los demás seres vivos -plantas, presas, depredadores, parásitos y competidores- poseen, a su vez su propia adaptación.

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