Mirar hacia lo micro-micro

Mirar hacia lo micro-micro

ANTONIO GIL
Temo que muchas de nuestras dificultades sociales de ahora son consecuencia de que nuestros políticos-economistas se han concentrado demasiado en lo que se define como la macroeconomía, mientras que se han olvidado de la micro-microeconomía, que es el pequeño bolsillo o la carterita con que el ama de casa o el obrero va a la bodega del batey o al colmado de la esquina.

Temo que se han concentrado demasiado en el enfoque macro, pero advierto que no deben perder de vista que no hay macro sin micro, tal y como ocurre en la vida: el cuerpo humano es la suma de cientos de miles de vidas estancos que llamamos células y así son todos los organismos vivos y el universo.

La macroeconomía será estable en tanto la microeconomía lo sea. El país prosperará en la medida en que ese hombre o mujer de la micro-microeconomía pueda prosperar.

Recuerdo que a finales de los años `60s me tocó cubrir, como decimos los periodistas, la fuente del Palacio Nacional. Eran los años en que el gobierno de Joaquín Balaguer hacía esfuerzos por conseguir financiamiento para construir la presa de Tavera, un sueño de cinco generaciones de cibaeños y esfuerzos frustrados de tres gobiernos, incluidos el del profesor Juan Bosch en 1963.

Una noche encontré en la antesala del despacho del Presidente -porque en esa época los periodistas teníamos más libertad para movernos en Palacio que ahora- a un ingeniero contratista español que intentaba ver a Balaguer.

Comencé a conversar con el ingeniero que resultó ser José María Aguirre, uno de los fundadores del grupo Agroman (Aguirre-Roman) que luego se involucraría aquí en la construcción de muchas obras, incluidas la presa de Valdesia.

¿Cómo la República Dominicana se va a embarcar en construir un muro de cemento «tan inmenso» -porque lo era en aquel momento, aunque ahora nos parece pequeño- como Valdesia si carece de las maquinarias? En España tenía de todo, pero nosotros estábamos a «mano pelá».

Pensé que mi pregunta atragantaría a Aguirre. Pero no fue así. Precisamente, me explicó, el objetivo de estas obras es generar empleos en el nivel inferior de la escala del conocimiento. El caudillo Francisco Franco, me dijo, comenzó las primeras presas «a mano pelá». Tras la Guerra Civil, España quedó en la miseria absoluta y los enormes bloques de concreto se llenaban con carretillas llevadas por los obreros. Así se resolvían tres problemas. El primero era reducir el desempleo, el segundo era que se construía una obra reproductiva que serviría para acueductos, riego o generación de electricidad o las tres cosas a la vez, y el tercero era que se eliminaba el vergonzante y malhadado donativo.

No le creí mucho y me prometió traer fotos y datos. Meses después volví a ver a Aguirre y trajo las fotos en las que se veían altos muros de presas con andamiajes en el frente en formas de quebradas «Z» consecutivas, con obreros que ascendían empujando cientos y quizás miles de carretillas en sucesión continua.

Entonces le hablé de Japón, luego de la Segunda Guerra Mundial, donde para mitigar el hambre el gobierno dispuso que los puertos se manejaran con la menor cantidad de maquinarias posible para generar empleos en el corto plazo.

Recordé una historia que hacía papá sobre los años de la Primera Guerra Mundial en Mallorca y en Europa, cuando la falta de empleos generó hambrunas. Juan March, el fundador de la banca March, construía lo que se llama ahora el Castillo Juan March. Lo construyó y desmanteló varias veces, nos contaba papá, simplemente para dar empleos. Era un mallorquín inmensamente rico, sin títulos nobiliarios, que se negaba a permanecer indiferente ante la miseria. Hoy día ese castillo es una joya arquitectónica en las Baleares.

Entonces me expliqué por qué a la semana de asumir el poder, en 1966, Balaguer comenzó a construir viviendas frente a la Lotería, en Matahambre, y luego repitió este modelo en todo el país. Éramos, en aquel momento, mucho más pobres y el Estado estaba mucho más desvalido que ahora. Pero lo mismo repitió Balaguer cuando reasumió el poder en 1986 tras las crisis del «fondomonetarismo».

Como estos, podría mencionar muchos ejemplos más: Adenauer y el milagro alemán, De Gaulle… Son muchos, pero la moraleja es una: no se puede olvidar que la macro se compone de todas las micros y que no se pueden equivocar en regalar el dinero del gobierno, que es el dinero de todos. Debe usarse ese dinero en generar empleos en obras reproductivas y en crear riquezas. Si se regala como empleos improductivos o donativos se generan malas costumbres y vicios, además de una crisis más grave, como ya hemos visto repetirse. Este es un axioma. Siempre ha sido así, aquí y en todas partes.

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