Los resultados catastróficos del sismo en Haití revela la vulnerabilidad de las sociedades extremadamente pobres a los fenómenos de la naturaleza y si bien la República Dominicana supera en muchos escalones sociales y económicos al vecino estado, lo cierto es que debemos avanzar en una serie de temas para construir un país con menos pobreza, mayores oportunidades, mejor distribución del ingreso y la infraestructura para que en este lado de la isla no se repita una tragedia de esa magnitud.

Haití es el país más pobre del continente, 80% de la población por debajo de la línea de la pobreza, 54% por debajo de la extrema pobreza, con una tasa de analfabetismo de 47% y un ingreso per cápita (PPA) de apenas US$1,300 anuales. Haití está ubicado en la posición 12 del ranking de los sesenta “Estados Fallidos”, con el cataclismo  terminó de colapsar y se mantiene como entidad gracias a la ayuda internacional y la presencia militar de los EU y los cascos azules de la ONU.

República Dominicana dista mucho de su vecino, nos encontramos con el 41% de la población por debajo de la pobreza,  el 12.6%  por debajo de la extrema pobreza, tasa de analfabetismo de 11%, ingreso per cápita (PPA) de US$8,200 anuales y un Índice de Desarrollo Humano mayor en 50% al de Haití.

Comparados con Haití nos encontramos muchos peldaños por encima, nuestras instituciones funcionan con  fallas, pero funcionan; la educación básica tiene una cobertura de 92%, una seguridad social en marcha, la sociedad civil dispone de millares de organizaciones, adecuada inversión extranjera, miembros del DR-CAFTA y de la Asociación con la UE, lideres en turismo, zonas francas y en agricultura orgánica de la región, conciencia colectiva de la importancia del medio ambiente y una estabilidad política que supera las cuatro décadas; sin embargo en el mapa  del continente estamos por debajo del promedio en muchas variables socio-económicas.

En el mundo de la globalización no podemos darnos el lujo de contar con 11% de analfabetismo o de contar con un  promedio de escolaridad de apenas 7.4 años y una asimetría en la distribución del ingreso que mantiene en la pobreza a 3.2 millones de dominicanos y un millón de indigentes, con el agravante de una inmigración que deprime los parámetros sanitarios, educativos y laborales.

En la guerra contra el narcotráfico el país puede llegar a una situación de violencia similar al México de hoy, es decir la “Mexicanización”, pero si no resolvemos el problema eléctrico, mejoramos el gasto social invirtiendo más y mejor en salud, educación e infraestructura, elevamos la eficiencia e institucionalidad del Estado, si no logramos armonizar las altas tasas de crecimiento con una reducción sostenida de la pobreza, entonces corremos el riesgo de que a la vuelta de unas cuantas décadas estemos en una situación parecida a la de Haití, es decir la “Haitianizacion” del país.