Miriam, “la molestosa”

Miriam, “la molestosa”

Guido Gómez Mazara

La de Miriam Germán ha sido la designación de mayor acierto de Abinader

Nada habla con mayor certeza de una persona que su hoja de vida. Por eso, la designación de mayor acierto de la gestión iniciada el pasado 16 de agosto ha sido, sin lugar a dudas, la de Miriam Germán Brito como procuradora general.

Y es que el flujo de electores que contribuyeron con la victoria electoral del PRM y sus fuerzas aliadas, tenían de común denominador la sed de justicia. Más allá del entusiasmo, las propuestas de los candidatos, en el país se desarrolló un nivel de conciencia asociada a la necesidad de hacer de los procesos de combate a la corrupción, el sello distintivo de una sociedad que anhela un adecentamiento de sus instituciones.

Los paralelismos del antes y después contribuyen significativamente al entendimiento de una noción del cambio, sin los ribetes del entusiasmo electoral pero claramente definitorios de una conexión entre la designación y el reclamo de la ciudadanía.

Sin militancia relacionada con la fuerza partidaria triunfante, con un ciclo de ejercicio profesional emblemático porque sus virtudes éticas la empujaron en cada escalón alcanzado.

Así, recibió la nación a Miriam Germán Brito y al cuerpo fundamental que la acompaña en una tarea que, sin percibirlo desde los litorales políticos, se establecen las bases de una nueva cultura del sector público y el perfil del funcionariado.

Sin ánimo de apostar al redentor discurso revolucionario impropio en la actual coyuntura. Ahora bien, lo innegable reside en el reconocimiento de los niveles de desprestigio de una clase política, con excepciones, fascinada por la acumulación desmedida y de complicidades compartidas en litorales partidarios siempre aptos para protegerse y estructurar vías de pactos indecorosos, propensos a no perseguirse judicialmente.

Y la ruptura con toda una tradición que no tocaba cercanías familiares ni tinglados societarios con montos acumulados para financiar proyectos futuros y crispación de los sectores populares, en el interés de acomodar retornos épicos.

En el terreno de los hechos, los esfuerzos orientados a traducir a la acción de la Justicia a reconocidos filibusteros de la pasada administración y desaprensivos colaboradores de la nueva gestión, sirve de acto reivindicativo de una democracia rumbo a la quiebra definitiva de su credibilidad.

El acierto mayúsculo en la estructura superior del Ministerio Público representa la “necedad” indispensable de profesionales en capacidad de auscultar y no detenerse en ningún tipo de jerarquías.

Serán molestosos, esencialmente su figura principal, porque su etapa formativa está relacionada con el sentido de compromiso y transitar el camino de la Justicia como razón de ser de una generación que pudo observar en primera línea las utopías inconclusas, las acciones desaprensivas desde el poder y la villanía de asesinatos a toda una expresión de pensadores, políticos y ciudadanos de bien, que entendieron posible la edificación de un país mejor.

Ahí reside el sentido de compromiso de un desempeño apegado al debido proceso sin excesos, y claramente obstruido por franjas insertas en el sector Justicia que actúan como correa de transmisión de agendas partidarias altamente comprometidas con la corrupción y saqueo de los bienes públicos. 

Miriam Germán Brito, “la molestosa” representa una ruptura con los valores invertidos aposentados en un esquema de Ministerio Público asumido como trampolín de proyectos presidenciales que perdieron el rumbo y sentido de integridad, desde el instante en que la fascinación por la acumulación y exhibición opulenta, caracterizaron a un funcionario responsable de contribuir con el adecentamiento de las tareas públicas.

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