Por razones de orden técnico administrativo y programación de este periódico, estoy escribiendo esta colaboración, como siempre ha sido, con varios días de anticipación a su publicación, por lo tanto, aún no se han celebrado las elecciones y desconozco sus resultados finales.
Hasta el momento en que escribo no se ha producido ningún incidente fatal con enfrentamientos salvajes entre simpatizantes o militantes de los partidos que participan en el proceso electoral. Hasta ahora todo parece indicar que se efectuarán unas elecciones pacíficas, con un comportamiento ejemplar de la ciudadanía. Hasta el día de hoy parecería que la madurez del pueblo ha llegado a límites sorprendentemente elevados y se ha impuesto el comportamiento civilizado entre grupos con ideas diferentes. Mi aspiración es que, al final de la jornada, se hayan equivocado todos los que predijeron catástrofes, enfrentamientos y violencia en el proceso, especialmente agoreros como un archiconocido oportunista embajador que hace varios meses cargó de antemano a la oposición “los muertos de campaña” por el simple hecho de estar apoyada por grupos y sindicatos de izquierda que, por el contrario, han hecho importantes aportes para permitir a la población expresarse libremente, no importa a cuáles candidatos ni por cuáles motivos favorezca, pues de su correcta o errónea elección serán beneficiarios o víctimas en los próximos 4 años.
Aspiro, finalmente, a que con estas elecciones podamos dar testimonio al mundo de que avanzamos, no con la rapidez ni la perfección que deseamos, pero hacia adelante, celosos de no dar un paso atrás, por encima de la porquería de dirigentes que nos gastamos.