Hoy 
POR RAFAEL MOLINA MORILLO
Ayer critiqué la politización del béisbol. Hoy quiero referirme a la vulgarización del mismo, por parte de los dueños de equipos. La costumbre de las “cheer leaders” o muchachas que bailan encima de los dogauts, sobre todo en los momentos culminantes del juego, viene de “los países”, y bienvenida sea.
La animación de las chicas va dirigida tanto como aplauso para los peloteros que realizan buenas jugadas, como también tiene la finalidad de levantar el ánimo y el espíritu de alegría de los fanáticos seguidores de cada conjunto.
En otros países, estas bellas chicas agitan rítmicamente sus “porras” y realizan discretos bailes con acrobacias menores, y deleitan así sanamente a la concurrencia. Pero aquí no es así. Aquí las “porristas” se empeñan en exhibir unos bailes sensuales que fácilmente pueden ser catalogados como vulgares, incluyendo “golpes de barriga” y otros movimientos no apropiados para un espectáculo eminentemente familiar como son los juegos de pelota.
El acento final lo pone un anuncio comercial de una bebida brasileña, que consiste en una mujer prácticamente “en cueros”, con un baile nada decente, que escandaliza al más libertino de los concurrentes.
No soy un santo, ni pretendo serlo. Pero, ¡por Dios!, respetemos a la familia dominicana.
