Hoy 
POR RAFAEL MOLINA MORILLO
“Perded toda esperanza”, reza la inscripción tallada en piedra en el frontispicio del Infierno. El que osara traspasar sus puertas, ya sabía a lo que se atenía: fuego eterno, azufre hirviente, pinchazos de tridentes y otras caricias por el estilo.
Debe ser terrible sentirse uno sin ningún tipo de esperanza. Cuando se pierde ella, ya no queda nada.
Así, desesperanzada, hirviendo en azufre y carbonizada por el fuego incesante, queda la sociedad después de escuchar el lamento decepcionado de los encargados de prevenir y combatir la corrupción, al rendirse ante la imposibilidad de castigar a los corruptos.
No es el procurador del Depreco quien ha fracasado. Es la sociedad. Somos todos nosotros.
