Hoy 
POR RAFAEL MOLINA MORILLO
Dicen por ahí algunos analistas que Leonel Fernández se encuentra en el momento más difícil de su vida pública. Por otra parte, a los estrategas militares se les atribuye afirmar que lo peor que puede hacerse en la guerra y en la paz es abrir varios frentes a la vez.
Combinando esas dos premisas arribaríamos a la conclusión de que el presidente Fernández ha movido mal últimamente las piezas del ajedrez político, sin saber cómo escapar de los gambitos, celadas y jaques a que se encuentra sometido por acontecimientos aparentemente insuperables.
El jefe del Ejecutivo luce vacilante frente a su compromiso de comparecer ante la opinión pública para explicar al pueblo el lío de los impuestos, tarea que ha pospuesto varias veces, como quien no sabe qué decir finalmente al pueblo. Por otro lado, enfrenta una difícil situación interna nunca vista antes en su partido morado, y nadie discute que los vientos desatados por el ciclón Danilo le corroen su solidez como aspirante a la reelección. Mientras tanto, los empresarios y el sector laboral mantienen sus cañones preparados para defender, con razón o sin ella, sus definidos intereses.
Otro frente nada despreciable es el de los compromisos económicos internacionales que pesan sobre el país, con la consecuente presión que ejercen, en ese terreno, el FMI y demás organismos supraestatales, con el agravante de que el tiempo se nos viene encima y hay que definir, sin pérdida de tiempo, todo lo relativo al Presupuesto Nacional y la Ley de Gastos Públicos.
El auge de la delincuencia, las precariedades del sector salud y la cortedad de recursos disponibles para la educación, entre otros, son también factores nada despreciables que ponen más feo el panorama visible desde las ventanas del Palacio Nacional.
Muchos frentes abiertos tiene ante sí el Presidente. Todo lo contrario a lo recomendado por los estrategas.
