Mis buenos días

Mis buenos días

POR RAFAEL MOLINA MORILLO
El desorden escenificado en la Universidad Autónoma de Santo Domingo con motivo de la presencia del presidente Mejía en el recinto académico, pone en evidencia uno de los defectos de nuestra praxis política.

Es casi una regla general que ningún gobierno acomete la realización de obras que requieren largos años para ser completadas, porque a los políticos sólo les interesa ejecutar proyectos de corto plazo que puedan ser inaugurados por el mismo gobernante que los comenzó, dentro de su período constitucional de cuatro años.

Este afán de protagonismo ha contribuido a que muchas obras fundamentales para el desarrollo nacional no hayan sido emprendidos nunca. “¿Para qué? ¿Para que venga otro después de mí a inaugurar lo que yo comencé?”, parece que se preguntan los políticos del patio.

Miren lo que pasó el martes pasado. El presidente Mejía fue a inaugurar una biblioteca que su gobierno terminó de construir y un grupo de fanáticos le abucheó y le faltó el respeto, sólo porque la construcción de esa biblioteca la había iniciado Leonel Fernández y Mejía no podía adjudicarse esa gloria.

¡Cuánta miopía! ¡Cuánta estrechez mental! Como si el país fuera de Leonel, ni de Hipólito. Señores, el país es de todos. Superemos esas mezquindades y que cada cual haga lo que tiene que hacer.

Estamos en vísperas de una nueva gestión gubernamental; por lo tanto, es lícito alimentar esperanzas. La nuestra esta vez es que aprendamos a pensar como nación, no como militantes de un grupo político u otro.
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r.molina@verizon.net.do

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