Mis buenos días

Mis buenos días

RAFAEL MOLINA MORILLO
Relaciones con Haití

”De hace ya algunos meses a la fecha –me escribe una joven lectora-, la situación dominico-haitiana, tanto dentro del territorio nacional como en Haití, se ha ido tensando a través de diversos conflictos suscitados entre miembros de ambas comunidades. Día a día crecen las noticias sobre hechos violentos en los distintos medios de comunicación, al punto de que es raro no encontrar una de éstas ocupando las primeras planas.  

“Voy a ser honesta con usted –prosigue-, creo que se ha llegado en ocasiones a la  irresponsabilidad en la forma en que dichos aconteceres son dados a conocer, eligiéndose las más de las veces un enfoque sensacionalista para estos, lo que influye directamente en los ánimos ya caldeados de los dominicanos. Un ejemplo son las cartas que los lectores envían a ciertos medios, en las que denuncian airados (cuando no simple y llanamente de manera racista y xenófoba) la desfachatez de unos haitianos malagradecidos que atacan a los dominicanos, que los han acogido con brazos abiertos. Pero ¿no es esta una actitud hipócrita, considerando que la inmensa mayoría ve a los haitianos como seres inferiores?  ¿Cuándo probablemente las mismas personas que dicen haber dado la mano, en realidad maldijeron al pasar a su lado?  ¿Cuándo el peor insulto que se le puede dar a muchos es llamarlos «negros» y, Dios nos libre, «haitianos»?  Me pregunto, ¿con qué derecho estas mismas personas se llenan la boca hablando de la Patria, de lo que es ser dominicano, cuando la mayoría no se levanta al escuchar el Himno Nacional (si es que se lo saben), que echan a un lado y rechazan su cultura por considerarla inferior, adoptando costumbres ajenas a las nuestras, que no votan en las elecciones y desearían ser políticos, para así participar del robo y la corrupción?”

Y agrega mi joven corresponsal: “Mi intención no es apoyar o excusar las acciones de manifestantes haitianos contra el Presidente. No es tampoco sugerir una anexión a Haití. Simplemente NO me puedo quedar callada frente los hechos que se desarrollan ante mis ojos, que tal vez algún día, si no los frenamos a tiempo, pasen a los anales de la historia como un nefasto y oscuro producto de la intolerancia y el odio de un pueblo. Los conflictos entre dominicanos y haitianos datan desde siempre.  No puedo pretender que todo quedará atrás por esta simple carta, pero por lo menos me gustaría que dejásemos atrás el odio irracional que está costando la vida de seres humanos inocentes (¿para qué ampliar la brecha en estos tristes casos, si cuando se es un cadáver, la nacionalidad no importa?), y condena a otros tantos a llevar una existencia rodeados de rechazo, desprecio y temor.

”Me gustaría que en vez de buscar a un culpable, se busquen soluciones. Sobre todo, me gustaría que adoptásemos una actitud menos agresiva y drástica, y que dejáramos de juzgar y lanzar piedras, y reflexionemos sobre las consecuencias que esto podría acarrear”.

Hasta aquí la carta de Gloria M. Fernández Marión-Landais, cuyo contenido nos pone a pensar seriamente. Menos mal, digo yo, que los jóvenes no están tan prejuiciados como los mayores. Eso nos deja abierta la esperanza de que en un mañana no lejano podamos entendernos racionalmente con nuestros vecinos de toda la vida.

(r.molina@verizon.net.do)

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