Mis buenos días

Mis buenos días

RAFAEL MOLINA MORILLO
Amigos traicioneros

Aquí estoy de nuevo, después de una ausencia forzosa a la que me sometió la traición de dos entrañables amigos de quienes nunca pensé que me podían hacer una mala jugada: el Internet y el correo electrónico. Pero lo cierto es que esos amigos me fallaron reiterada y tercamente todas las veces que intentaba enviar mi columna periodística para este rincón del HOY, desde la Normandía francesa, adonde viajé invitado por el Secretario de Turismo, Felucho Jiménez, para presenciar la famosa Feria Turística Mundial de Dauville, un pueblito encantador de esta parte de la geografía gala.

Perdonados los traidores amigos tecnológicos, y ya pisando de nuevo tierra dominicana, permítanme contarles cómo he quedado cautivado, no solo por la historia, la arquitectura y la cultura de esa parte de Francia, sino también por  la disciplina y el civismo de su gente, especialmente en lo que se refiere a su limpieza, el cuidado de sus jardines y su fina educación.

He aprendido, además, que fue en esta tierra donde tuvieron su origen las fundaciones cistercienses en el siglo XII. Para quienes no lo sepan, déjenme decirles que son los cistercienses los religiosos que practican en Jarabacoa los llamados “retiros del silencio” a los que acuden personas de los más diversos puntos del país en busca de lo que es talvez el lugar más apropiado para la meditación.

Terminada la Feria, tuve oportunidad de realizar un breve recorrido por la interesante región normanda, en interés de compartir con mis amables lectores las experiencias vividas en aquellas latitudes pobladas de abadías, castillos y  “chateaus”, la tierra de los calvados.

Mientras tanto, me disculpo nuevamente por la ausencia de esta columna en estos días, en los cuales tuve que librar, como ya he dicho, arduas batallas con el teclado diferente que tienen las computadoras francesas para poder hilvanar unas cuantas líneas como éstas.

r.molina@verizon.net.do

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