Mis buenos días

Mis buenos días

La Tienda de la Verdad

RAFAEL MOLINA MORILLO
El hombre estaba sorprendido. Pensó que era un nombre de fantasía, pero no pudo imaginar qué vendían, y entró.

-Perdón, ¿esta es la Tienda de la Verdad?

-Sí, señor. ¿Qué tipo de verdad anda buscando? ¿Verdad parcial, verdad absoluta, verdad relativa, verdad estadística, verdad completa?

Así que aquí vendían Verdad… Nunca se había imaginado que esto era posible: llegar a un lugar y llevarse la verdad. Era maravilloso.

– Verdad completa – contestó el hombre sin dudarlo -, estoy cansado de mentiras y de falsificaciones, no quiero más generalizaciones ni justificaciones, engaños ni desencantos. Quiero verdad plena.

– Bien, señor, sígame.

La señorita acompañó al cliente a otro sector y, señalando a un vendedor de rostro adusto, le dijo:

-El señor lo va a atender.

-Vengo a comprar la verdad completa.

-Ah, perdón… el señor ¿sabe el precio?

-No… ¿cuál es? – preguntó rutinariamente. En realidad, él estaba dispuesto a pagar lo que fuera por toda la verdad.

-Si usted se la lleva –dijo el vendedor- el precio es que nunca más podrá estar en paz.

Un frío corrió por la espalda del hombre. Nunca había imaginado que el precio fuera tan grande.

-Gra… gracias, disculpe –balbuceó.

Se dio vuelta y salió del negocio, mirando el piso. Se sintió un poco triste al darse cuenta de que todavía no estaba preparado para la verdad absoluta, de que todavía necesitaba algunas mentiras donde encontrar descanso, algunos mitos e idealizaciones en los cuales refugiarse, algunas justificaciones para no tener que enfrentarse consigo mismo. «Quizás más adelante», pensó…

(Contribuído por Ivelisse Valentina Cepeda Rodríguez)
r.molina@verizon.net.do

Publicaciones Relacionadas

Más leídas