Mis buenos días

Mis buenos días

RAFAEL MOLINA MORILLO
Prioridades, prioridades

Cuando saludé al ingeniero Diandino Peña en el almuerzo periodístico del Grupo Corripio, le advertí amigablemente que abrigaba serios temores de que él, famoso por sus dotes persuasivas, me convenciese de las bondades del Metro cuya construcción yo he cuestionado tanto. Para mi sorpresa, Diandino me respondió que él prefería que yo siga siendo un crítico del Metro y no un apologista, porque de ese modo él podría enterarse mejor de los aspectos negativos del proyecto y corregirlos a tiempo.

Inteligente, hábil y sabia respuesta. Y política, también. No voy a decir que Diandino es un “tigre”, pero sí un “león”, en el buen decir popular. Tomó la palabra y expuso las proyecciones de la obra, señaló plazos, dijo de dónde saldrá el dinero, mostró imágenes en movimiento del tren ligero, explicó el saneamiento de los rios Isabela y Ozama y pintó un cuadro perfecto de cada detalle¼ Sólo le faltó acomodar a los pasajeros en los vagones y ponerlos a pasear desde la Feria hasta Villa Mella.

Con razón al colega periodista Germán Marte le vino un fantasioso recuerdo de Alicia en el País de las Maravillas para formular sus certeras preguntas, las cuales respondió el ingeniero como si las hubiera estado esperando.

Admito que, al final de la jornada, la labia y los argumentos de Diandino Peña , apoyados en el impresionante video que mostró, estaban hechos como para convencer a cualquiera, en lo que a la obra física se refiere. Como no soy ingeniero, ni estructuralista, ni geólogo, ni especialista en transporte de pasajeros, no puedo opinar sobre la factibilidad y funcionalidad del Metro que se proyecta instalar. Donde difícilmente se me pueda convencer es en el terreno de las prioridades, la oportunidad, el momento.

Por muy importante que sea el Metro, y por bonito que sea, no me parece ser la prioridad número uno, ni la número dos, ni la tres. Si somos capaces de buscar el dinero requerido para la mega-obra en cuestión, o si lo tenemos reservado y guardado por ahí ¿por qué no lo dedicamos a resolver de una vez por todas el legendario problema energético? ¿Por qué no dar atención con esos recursos al sistema educativo para eficientizarlo de arriba abajo, incluyendo pupitres, aulas, material didáctico, maestros, desayunos, dignidad y todo lo que falta en ese renglón? ¿Por qué no acudir en auxilio del área de la salud pública, que tantas cosas necesita? Sólo para citar tres casos.

 En otras palabras, no entiendo la lista de prioridades del Gobierno. Si es que tiene una.

(r.molina@verizon.net.do)

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