Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
Piropos pesados
Asesino es, según el diccionario, el que asesina; y asesinar es matar a una persona con premeditación y alevosía. Genocida es el que comete genocidio; y genocidio, de acuerdo al mismo diccionario de la Real Academia Española, es exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de religión o de política.
La palabra loco, de origen incierto, talvez árabe, sirve para designar al que ha perdido la razón, a aquel de poco juicio, disparatado e imprudente.
Asesino, genocida y loco es lo que ha llamado el presidente Chávez, de Venezuela, al presidente Bush, de los Estados Unidos.
Bueno… ¡no sé qué decir!
Que Juan de los Palotes le diga esos piropos a Mengano Pérez, no pasa de ser un chisme de barrio que se olvida después de la segunda cerveza. Pero de presidente a presidente, la cosa cambia, sobre todo cuando los personajes son Chávez, que parece se atreve a desafiar hasta a los dioses del Olimpo, y Bush, que ha demostrado ser capaz de cualquier insensatez por encima de la opinión pública mundial y de sus propios aliados.
Estamos en presencia de una discusión muy desagradable, en la cual, aunque no estemos participando, podríamos salir salpicados. Viendo el asunto desde las gradas, pienso que el gobierno dominicano tiene que manejarse con gran cuidado, pues necesitamos ser amigos de esos dos gallos que están ahora en el ruedo: uno por el petróleo, y el otro por todo lo demás.
Nos queda el consuelo de que en política todo es posible, y a los que hoy estamos observando con los puños listos para empezar la pelea, fácilmente los podríamos ver mañana dándose un abrazo rompecostillas y muertos de la risa, en una de esas cumbres que tan caras nos salen a los simples espectadores.
