POR RAFAEL MOLINA MORILLO
Enemigo Público No. 5
Este si es peligroso y taimado. Está en todas partes. Puede ser grande o pequeño, pero en todo caso es dañino. Se presenta a veces descaradamente y en ocasiones oculto como el lobo disfrazado de oveja. Es mentiroso y no tiene escrúpulos. El Enemigo Público No. 5 es la corrupción.
Cuando se habla de corrupción automáticamente se piensa en la administración pública, pero lamentablemente no es allí el único segmento social en donde crece esa mala hierba. En las relaciones entre particulares también se manifiesta esta debilidad humana, y hasta en el seno de las familias nos tropezamos con penosos casos que lastiman a los más duros corazones.
Es que ciertamente existe una crisis de valores éticos. No se trata tan solo de una frase para impresionar. Mientras la ciencia y la tecnología avanzan hacia límites insospechados, en la misma medida, pero a la inversa, el Hombre se aleja de los principios morales elementales en los que se basa su propia razón de ser considerado como la criatura más noble y desarrollada de la creación. Por lo menos, eso es lo que nos creemos.
La pelea contra este Enemigo Público No. 5 es desigual. Junto a él se atrincheran la hipocresía, la mentira, los vicios, la ignorancia, el cinismo, la deslealtad. ¡Poderoso equipo! Imagínense ustedes, amables lectores, con cuáles armas tenemos que vencerlo! Solamente con la verdad, la entereza, la vergüenza y un claro sentido filosófico que nos conduzca a la convicción de que, por encima de todo, rigen verdades inmanentes que gobiernan la existencia. Esos principios están en los genes, se aprenden en el hogar y en la escuela, y se aplican en la cotidianidad de la vida.
Lo importante es que cada quién sepa de qué bando va a formar filas. Si del lado de los Enemigos Públicos, o junto a quienes queremos combatirlos.