Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
De afuera vendrán…
De afuera vendrán, que de casa nos echarán. Así reza un conocido y sabio refrán que ahora tiene plena aplicación con el tema de la isla artificial. Y ello así, porque, insólitamente, estos señores que vienen de allende los mares con ínfulas de salvadores de la ciudad capital, se han atrevido a calificar a los propios dominicanos que viven aquí y aman esta tierra más que nadie, como permanentes opositores al progreso de la República Dominicana.
Estos campeones quieren ahora hacer creer que ellos, extranjeros movidos únicamente por un codicioso interés comercial, desean la prosperidad para nuestro país, mientras nosotros, por oponernos a sus planes, no somos más que unos malos dominicanos que nos oponemos al progreso.
La peregrina y aviesa afirmación está contenida en un aviso pagado publicado ayer por los promotores del adefesio, con el propósito de rebatir algunos de los reparos que diversos sectores nacionales, incluyéndonos a nosotros, hemos formulado al malhadado proyecto. ¡Vano intento!
Por más explicaciones que ofrezcan sus patrocinadores y los aliados que tienen enquistados en el seno del Poder Ejecutivo, la isla artificial es un mal proyecto, y el Congreso Nacional tiene que rechazarlo, si de verdad quiere fungir como organismo representativo del pueblo que lo eligió.
Nosotros no necesitamos más que los 48,000 kilómetros cuadrados que nos han dado la Naturaleza y la Historia. Si es tan buena la idea de una isla artificial, que vayan a hacerla sus inventores frente a la costa de su país de origen.
