Mis buenos días

Mis buenos días

A mí que no me vengan con cuentos de que el mercado negro que existe con las boletas de entrada a los juegos de pelota no puede ser controlado.[tend] Si hay mercado negro es porque hay mercaderes que hacen negocios oscuros, y para hacerlos de manera consuetudinaria hay que tener cómplices ubicados en posiciones claves.

Ayer me dispuse a asistir por primera vez en esta temporada, al estadio Quisqueya, para presenciar el partido entre Aguilas y Licey. Estos dos equipos, como se sabe, son los que mayor afluencia de público concitan. Pues bien, desde horas de la mañana las taquillas supuestamente se habían agotado en las ventanillas correspondientes… pero afuera, ante las mismas narices de cualquier autoridad, el suculento negocio negro de venta de boletos a precios exorbitantes estaba de lo más bueno!

¿Es que la Liga Dominicana de Béisbol está pintada en la pared? ¿Es que la Liga no puede intervenir para detener esa odiosa práctica que va en perjuicio de los fanáticos? ¿Es que no les duele que se piense que, de alguna manera, puede haber gente ligada a la Liga que también forma parte de la odiosa mafia?

¿Y qué me dicen de los dueños de los equipos? ¿Están en la luna? ¿Se pueden permitir el lujo de aportar sus equipos, sus nombres y sus esfuerzos para que otros se aprovechan con vivezas carentes de ética?

¿Quién se beneficia con el mercado negro del béisbol? ¿Los buscones y revendedores que trafican al menudeo con las boletas, una a una? ¡No hombre, no! Detrás de ellos están los pejes gordos, los Don Corleone, los Al Capone criollos, cubiertos con espesos mantos de impunidad.

Porque la corrupción no está presente solo en la administración pública: también aparece con frecuencia en el sector privado. ¡Ojo avizor!

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