Hoy 
RAFAEL MOLINA MORILLO
Perro guardián
Durante los dos días que duró la reunión internacional sobre crímenes contra periodistas e impunidad en América Latina, que acaba de celebrarse en Santo Domingo, uno de los conceptos más utilizados por los panelistas y conferenciantes fue el del «perro guardián».
Fue un tribunal europeo de derechos humanos el primero en acuñar esa locución que hoy se usa en todas las latitudes para definir el rol de la prensa en las sociedades modernas. La prensa y los periodistas son, pues, el «perro guardián» de los derechos humanos y, por lo tanto, de la democracia y de la libertad.
Los periodistas que nos reunimos bajo la sombrilla común de la UNESCO, la Fundación Democracia y Desarrollo y el Centro para la Libertad de Prensa de la República Dominicana, procedentes de casi todos los países latinoamericanos y de España, analizamos descarnadamente el papel de los medios de comunicación en nuestros respectivos escenarios. Allí salieron a relucir, entre otras cosas, las lacras del periodismo, que las hay en todas partes y no se pueden ignorar. Pero a pesar de los defectos y las manifestaciones de corrupción que se perciben en el periodismo, la pluralidad y la diversidad del mismo garantizan, por lo menos, un menú de opciones del cual la sociedad puede escoger sus fuentes favoritas para estar bien enterada de lo que pasa en su entorno.
Lo mejor del caso fue que todos los allí congregados jueces, periodistas, fiscales, académicos- estuvimos de acuerdo en que ser el «perro guardián» de los derechos humanos es una de las principales y más nobles funciones de la prensa.
Muchos fueron los acuerdos y compromisos a que se arribó en la reunión de marras, pero ese simple episodio, de que los diferentes sectores de la sociedad acepten a la prensa como «perro guardián», es el que más me ha gustado. E invito a todos mis colegas a asumirlo con orgullo, como símbolo de identidad, como compromiso ineludible.
