Mis buenos días

Mis buenos días

Desde Pekín llegó la noticia: un alto funcionario chino dispuso en su provecho de fondos públicos destinados a reubicar campesinos desplazados a causa de la construcción de una gran represa que inundará una vasta región.[tend] Descubierto en su acto de corrupción, el funcionario de marras fue sometido a la justicia y declarado culpable. La sanción: pena de muerte. El corrupto fue ejecutado el viernes pasado, mediante la aplicación de una inyección letal.

Así de simple. Igualito que aquí.

Bueno igualito que aquí, con algunas pequeñas diferencias. En primer lugar, aquí no tenemos la pena de muerte, sea cual sea el crimen cometido.

Otra diferencia menuda es que entre nosotros, malversar dineros del Estado es algo tan corriente, que prácticamente no se considera delito. Al contrario, la mayoría de los que van a los cargos públicas lo hacen con el manifiesto propósito de “hacerse”, o sea, “buscar lo mío”, porque, ¡hombre, para algo se ha ganado el poder!

Lo que no se perdona en este maravilloso país es robar poco. Si usted roba poco, tendrá bien merecido que le caiga encima todo el peso de la justicia. Si no, recuérdense los casos de aquel hambriento que fue condenado a diez años de cárcel por sustraer indebidamente un salchichón, y de aquella señora muerta a balazos cuando fue sorprendida por el dueño de una finca, tratando de robarse una lechosa. (Ella quedó muerta, él anda suelto por ahí).

De modo, pues, que si usted va a robar o a engañar a la gente, hágalo en grande, porque eso le garantiza buen trato, sentencias blandas, fianzas seguras para salir de la cárcel, permisos complacientes para salir del país

Por eso digo que, salvo algunas insignificantes diferencias, aquí es igualito que en China en cuanto al tratamiento que se le da a la corrupción. (El chino de esta historia había pedido clemencia, pero el juez se la denegó).

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