Mis buenos días

Mis buenos días

No estamos en Semana Santa, lo sé. Por lo tanto, no es época de las Siete Palabras. Pero ésta, con la cual el Hijo preguntaba al Padre por qué lo había dejado a su suerte en ese aciago momento en que se le aplicaba injustamente el castigo de la crucifixión, me viene ahora a la memoria como la cosa más natural del mundo.

Digo esto porque, salvando la distancia y con el debido respeto al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, me parece que los dominicanos todos podríamos exclamar con toda justificación, en esta etapa de nuestra historia, la frase con que he titulado estas líneas: “Dios mío, ¿por qué nos has abandonado?”

Nos sentimos abandonados en medio de una pandilla de políticos que se prestan para cualquier vagabundería con tal de salvar sus intereses personales, usando como pretextos el bien social, la patria, la bandera, la Constitución bla, bla, bla.

Nos sentimos abandonados en medio de una caterva de legisladores que abusan de sus investiduras para elaborar leyes que les benefician o aprobar resoluciones a cambio de dinero, canonjías o privilegios, o para introducir contrabandos o meter extranjeros en el país en forma ilegal y amparados en una descarada impunidad.

Nos sentimos abandonados en manos de gente que quiere perpetuarse en el disfrute de un poder que les fue entregado para hacer una buena administración de la cosa pública, no para sacar ventajas abusivamente.

Nos sentimos abandonados en una sociedad que parece conformarse con todos esos males y no se decide a ponerles freno, sino que más trata de encaramarse en el carro de la corrupción para tambien obtener cada uno su tajada.

Entonces tengo razón para exclamar: ¡Dios mío! ¿Por qué nos has abandonado?

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